Ancelotti merece un respeto
El Madrid se presentó en el Camp Nou con un gol en contra y Ancelotti cuestionado y regresó finalista de Copa y con un resultado para el recuerdo. Y no sólo se metió en la final de Copa, también lanzó un mensaje al fútbol europeo: el campeón sigue aquí. Durante media temporada ha notado la mala forma de Benzema, el agujero de Casemiro y ese año más en las piernas de Kroos y Modric, los arquitectos de su juego. Lo primero se ha resuelto por sí solo, lo tercero lo ha manejado Ancelotti administrando descansos y lo segundo lo va sobrellevando como mejor puede, un día con Kroos, otro con Tchouameni, otro con Camavinga…
Pero el equipo sigue ahí, al menos para las grandes ocasiones, y la de ayer lo era. Con el Barça en ritmo de Liga de 100 puntos, el Madrid necesitaba la Copa, porque más vale pájaro en mano que Champions en el horizonte, que eso ya se verá. Y a por la Copa salió en el Camp Nou, primero guardando la ropa, aguantando a un Barça que ponía más fuego y energía, que jugaba seguro de sí mismo, buscándole compañero al gol que traía del Bernabéu. Pero ni Raphinha pudo con Camavinga, que se desenvolvió en el lateral mucho mejor de lo que yo esperaba, ni Lewandowski con Militao salvo una vez… para chocar con Courtois.
Ocurrió al filo del descanso y fue la jugada del partido: paradón del belga, contraataque perfecto y gol a medias entre Vinicius y Benzema. Gol sicológico, se solía decir. Y que vino seguido de otro a la vuelta del descanso, una perla de Benzema con la que al Barça se le vino la noche encima. El Madrid se le volvió a aparecer al Barça como su gran fantasma de siempre o casi siempre. El estadio, que empezó a reventar de público, empezó a desaguar espectadores poco a poco, a ritmo de nuevos goles de Benzema. Un gran Madrid, un gran finalista, un equipo en el que la buena mano de Ancelotti aún tiene mucho que aportar.