Ancelotti empieza a mirar al Castilla
Ante el Levante le entró por fin la pelotita al Atlético y eso le permite respirar. Cuatro años llevaba sin pasar de octavos en la Copa pero eso ya queda atrás. Sin hacer un gran partido, esta vez atinó en dos remates claros de Morata y Llorente. Buena noticia para el Atlético, porque sólo los goles devuelven la confianza a los equipos alicaídos, y el Atlético lo está. Y también porque fuera de Europa y de LaLiga pone todas sus esperanzas en la Copa. De paso se refuerza con Depay, al que el Barça, después de exigir a Carrasco a cambio, acaba entregando por 2,5 millones. Casi el precio de una mariscada si pensamos las cantidades que se mueven en fútbol.
Es curioso, pero el Atlético negocia con el Barça como si engañara a un niño o poco menos. Ya le colocó a Turan por un buen dinero cuando vio que se estaba adormeciendo, luego obtuvo a Villa, gratis, lo que le sirvió para ganarle LaLiga mano a mano al Barça; más tarde a Luis Suárez, no sólo gratis sino con media ficha a cargo del club blaugrana: con él también ganó LaLiga. Griezmann se fue a Barcelona por 125 millones y volvió por 20. Y ahora lo de Depay, que para algo ha de servir. Esta operación se entiende porque el Barça anda loco por pillar lo que sea para asegurar a Gavi, pero junto a todo lo anterior suena a timo continuado.
Para el Madrid, el camino hacia los cuartos tiene hoy un cruce muy difícil en La Cerámica. El Villarreal está en su centenario y tiene la Copa como gran ilusión. Ha conseguido rehacerse de la salida de Unai Emery con Setién, que se ha reencontrado con la paz y el fútbol en ese club ideal. Y marcha bien. Tiene, como el Madrid, lo esencial: un buen portero (el cuarentón Reina, en espléndida forma) y un gran delantero centro, Gerard Moreno. El Madrid va mohíno. Nunca le preocupó demasiado la Copa, pero tras dos derrotas tan recientes la tercera sería un trueno. Viajan dos castillistas, uno de ellos, Vinicius Tobias, con posibilidad de ocupar el lateral derecho. A ver…