Al Girona hay que echarle un galgo

El 3-0 siempre me pareció un resultado contundente. Está al límite de la goleada, que para mí empieza en los cuatro y crea cierta impresión de extrema debilidad en el derrotado. Con el 3-0 nunca me pareció eso, lo encontré como la más convincente de las victorias. Y justamente por 3-0 ganó el Girona al Alavés el lunes, mientras celebrábamos la Gala del AS, consolidándose como líder a dos jornadas del final de la primera vuelta, cuando LaLiga dobla el Cabo de las Tormentas. Tiene a mano terminarla como campeón de invierno, aunque lo que le queda no es fácil: visitar al Betis y recibir al Atlético de Madrid, otro aspirante.

Y digo ‘otro’ porque ya no hay más remedio que considerar al Girona aspirante. Saltó al campeonato con el ánimo de salvarse, a ser posible dignamente, y resulta que en 17 jornadas ya acumula 44 puntos, que no sólo aseguran ya largamente la salvación, sino que suponen un ritmo (simple regla de tres, 17 es a 44 lo que 38 a X) de 98 puntos y pico al completar el campeonato. Ritmo de título, o de supertítulo, se podría decir. Esas alturas sólo las han pisado el Barça y el Madrid en años excepcionales. Ahora tiene al Madrid a 2 puntos, pero al Barça ya a 9, y renqueando. La distancia con el Atlético se podrá evaluar cuando juegue el sábado con el Sevilla.

Nos preguntamos si resistirá o si sufrirá ‘mal de altura’ en algún momento. Se supone que los equipos no acostumbrados a pisar las altas cumbres la sufren. Llega el momento en que la ciudad se sobreexcita, el objetivo mayor se convierte en un compromiso y algunos jugadores llegan a bloquearse. Las Palmas anduvo cerca en los sesenta y no lo logró, la Real en los ochenta y el Depor en los noventa fallaron en un primer intento, pero lo consiguieron después. El Girona tiene juego, es máximo goleador y carece de frente europeo. El Madrid es un perseguidor feroz, eso sí, pero de momento no se ven síntomas de debilidad en el Girona.

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