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A moro muerto, gran lanzada

Hoy sería más correcto decir ‘a enemigo muerto’, pero la frase viene así de antiguo y está avalada por María Moliner como expresión con la que “se satiriza a los que se muestran valientes contra algo o alguien cuando ya no hay riesgo en ello”. En la Federación estamos asistiendo a un gran concurso de la especialidad, empezando por Pedro Rocha, que funge de presidente por decisión del propio Rubiales pues echó a los otros vicepresidentes para abrirle camino, siguiendo por Luis de la Fuente, cuyo cambio de chaqueta sorprendió por su rapidez eléctrica, y terminando, por ahora, por los capitanes de la Selección con su proclama del lunes.

A ninguno, claro, les deja bien esto ni resultan convincentes sus desmarques de Rubiales, llegados todos después de que la FIFA hiciera lo que el Gobierno hace años pudo y debió haber hecho. Los capitanes de la Selección, al menos, no habían asistido a aquella horrorosa asamblea del ‘no dimito’, ni quizá nadie les había preguntado antes por el caso, pero su condena suena también a hueco. Rubiales es un tipo contaminante al modo que fueron en su día aquel Manuel Saiz de la ONCE o Javier Clemente en sus años de gloria, que conseguían convertir sus problemas en cuestiones sociales. Así es ahora con Rubiales, cuya sombra lo mancha todo.

La única lanzada certera y hasta cierto modo redimidora que podría darle el fútbol a Rubiales, que no se tiene por tan muerto como le consideran todos estos ‘valientes’, sería convocar y aprobar un voto de censura que le quitara el cargo. Una enmienda de los mismos que lo eligieron. Hace falta un tercio de la asamblea para convocarla y dos tercios para hacerla efectiva, pero de la propia Federación se deslizó una presunta y más que discutible imposibilidad de fechas para convocarla, lo que me suena mucho a falta de ganas. Me temo que Pedro Rocha se ha puesto muy cómodo ahí y que piensa que alargar esta interinidad le puede consolidar.