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Un punto de amargura

Feo arranque.- Algo no iba bien en la tarde sevillana. Las gradas con muchos huecos (la cifra oficial fue de 41.236 aficionados, lejos de los 60.721 que tiene de capacidad el Benito Villamarín) y una ceremonia de himnos que me dejó mal sabor de boca. Una minoría ruidosa se dedicó a silbar el himno de Portugal, algo que me parece tan inexplicable como inadmisible. Si hay algo bello en los partidos internacionales de cualquier deporte es contemplar la emoción con la que los componentes de cada equipo nacional escuchan el himno que les representa como país. No creo que el camino para intimidar a los rivales sea perdiendo el respeto a su himno. Al contrario, eso espolea y estimula al enemigo. De hecho, Portugal celebró el gol del empate final con mucha rabia y un tono reivindicativo evidente. Ojalá no vuelva a ocurrir...

El espíritu de Gavi.- Por nuestra Selección anda suelto un menor de edad que juega con un corazón y un coraje que me tienen ganado para la causa. Se llama Pablo Martín Páez Gavira, tiene 17 años (cumplirá 18 el 5 de agosto), nació en el pueblo de otro monstruo como es Jesús Navas (en la localidad sevillana de Los Palacios y Villafranca) y todos le conocen como Gavi. Juega con el 9 a la espalda, pero es un motor incansable en el centro del campo. De su vigor y su irreductible capacidad de lucha nació el gol de la esperanza. Gavi llevó una contra con una velocidad endiablada que rompió la medular portuguesa, pasó el balón hacia Sarabia (Morata la dejó pasar con inteligencia) y el delantero centro de la Juventus-Atlético de Madrid definió con calidad junto al palo. Su gol 26 con España, que le iguala nada menos que a Butragueño. La conexión canterana de Valdebebas (Sarabia-Morata) dio máximos réditos ante una selección lusitana que arrancó tímida, con dudas y fiándolo todo al descomunal poderío físico de Rafael Leao, ese tanque del Milan que parece un Adama multiplicado por dos. La sorpresa la dio Fernando Santos, que dejó a Cristiano en el banquillo. No será por la edad, dado que sus 37 años están lejos de los 39 de Pepe, que sigue siendo un baluarte indiscutible en la zaga portuguesa.

Especular.- Me gusta la apuesta de Luis Enrique porque sus hombres presionan como fieras y juegan con verticalidad y valentía en las transiciones de ataque. Pero con el 1-0 especulamos en demasía. Y eso en fútbol suele pagarse caro. Ya avisó Leao, obligando a Unai Simón a hacer la parada de la noche con sus habituales reflejos mágicos. Pero España insistió en adormecer una batalla que los portugueses desataron con la entrada de Cristiano y Guedes. Y lo que se veía venir sucedió cerca del final con un desajuste defensivo que aprovechó Ricardo Horta, ex del Málaga y referente en el Braga. Un gol fruto de la racanería de la segunda parte.

Jordi Alba la tuvo.- El veterano lateral zurdo de La Roja pudo arreglar el rejonazo de nuestros vecinos con un remate a placer y con el portero fuera de sitio. Su cabezazo era para cantar el 2-1 y poner el delirio en el Villamarín, pero le salió la vena de zaguero y su remate se convirtió en un despeje desviado. RdT no daba crédito. Fue un gol fallado a lo Cardeñosa, ya que hablamos de una ocasión tremenda fallada en el campo del Betis.

El futuro.- La Nations League acaba de arrancar y empatar con nuestros aliados para la candidatura del Mundial 2030 entraba en lo posible. Pero el domingo, en Praga, solo nos vale ganar.