Método y voluntad

A cualquier culé le duele la Champions del Madrid por la natural y deseable rivalidad. Sin embargo, hay un grupo integrista del modelo blaugrana (tan detestable como los negacionistas del mismo) al que le fastidia especialmente porque los blancos han lucido atributos que envidian, rechazan o desprecian, seguramente porque les son ajenos. Gente que, estos días lo han dicho, prefiere no ganar una Champions como lo ha hecho el Madrid. Lo que hay que oír. Son una desgracia no solo para el club, sino para el fútbol.

Soy el primer convencido de que el camino que Cruyff mostró es el que lleva al Barça al triunfo y a la memoria. Juego de posición, posesión, amplitud y profundidad, toque. En cada una de sus iteraciones ha habido cambios, a veces sustanciales. No es un esquema, sino la disposición y actitud de los jugadores, un modelo propositivo. Es importante aclarar que es un método, no un credo, mucho menos un catálogo moral. Pero algunos, golpeándose el pecho muy fuerte con su fe, rechazan no solo los demás caminos, sino valores o actitudes utilísimos para cualquier modo de juego y para la vida, precisamente los que el Real Madrid ha exhibido en esta Champions: una resistencia admirable ante las dificultades, una fe inquebrantable en sus posibilidades, la paciencia de saber esperar su momento. Y media docena de jugadores maravillosos que disfrutan jugando.

A ver si nos enteramos: no hay que ser como el Madrid, pero sí tener las cualidades emocionales de las que hacen gala, pues aumentan la competitividad. Estoy harto de cómo son algunos barcelonistas: parece que hay que ganar con música de violines y sin sudar. La idea correcta y la mentalidad competitiva no son excluyentes. El Barça a veces presume de una óptica que se estrecha y le impide valorar lo diferente, cuando no debería haber problema en hacerlo. Si se necesita presumir tanto de tus singularidades es por inseguridad o por soberbia. Falta ejercer la grandeza de la humildad. No cuesta tanto. El campeón lo ha hecho.