Denis Suárez celebra su destino y Muriqi es del equipo
Juega y decide
Bromeaba Coudet la pasada temporada con las carencias goleadoras de Denis Suárez. Decía que no marcaba porque no sabía celebrarlo en caso de hacerlo. A sus 28 años, en un curso de contratiempos fuera del campo por el enfrentamiento con la presidencia, Denis exhibe un grado de madurez que le convierte en uno de los jugadores más apetecibles del mercado. Contra el Elche coronó una grandísima temporada a nivel individual en una tarde de luces, desenfrenado a nivel creativo (cinco pases clave, 91% de acierto en las entregas, 71 toques de balón...). Fue el espejo de su rendimiento este curso. Denis figura como uno de los jugadores de la Liga que más acciones (83) y pases (51) ha protagonizado para generar un disparo de un compañero. Además, los cuatro tantos y seis asistencias que ha firmado dan muestra de la progresión de un futbolista que siempre había tenido mejor relación con el juego que con el gol. Durante campañas previas, se puso en duda la verdadera eficacia de Denis. Ahora se le presenta un destino superior gracias a haber aumentado sus registros. Incluso ya sabe celebrar los goles que marca.
Por el colectivo
Como juego popular que es, la mística del fútbol siempre ha estado ligada a la espontaneidad y la simplicidad. El talento en algo lo es (o debe ser) todo y el trabajo, el acompañamiento idóneo. Hay mil formas distintas de hacer simples las cosas y se necesitan de jugadores que se hagan entender cristalinamente. Vedat Muriqi (28 años), niño de la guerra, no destaca por su pulcritud, término que ha puesto de moda Xavi; tampoco por su calidad técnica ni velocidad. Sin embargo, sus virtudes sirven de la mejor manera a un Mallorca que llega a la última jornada dependiendo de sí mismo. Muriqi ofrece salida en largo, se hace grande en los apoyos para jugar de cara y saca al bloque bermellón de su campo. Es un delantero de equipo que concilia sus tareas fuera del área con una determinación importante en la zona de remate. En el agónico triunfo ante el Rayo, obra final de otro jornalero como es Abdón Prats, sumó hasta 19 pérdidas y perdió seis duelos aéreos, pero nadie puede restarle ni un elogio a su participación. No por el gol, que también, sino por todo lo que proporcionó a un Mallorca que saca la cabeza.
Bajar de diferente manera
El fin de semana dejó el segundo descenso. Si el Levante había perdido la categoría el pasado jueves, esta vez el drama tocó al Alavés. Son muchos los motivos que han provocado el fracaso de ambos equipos. Desde la composición de las plantillas hasta la problemática gestión que han hecho con los entrenadores. Desde un punto de vista futbolístico, el Alavés se ha comportado como un conjunto de escasos argumentos ofensivos, muy previsible, entregado a la contribución de Joselu. Si se intenta descifrar su descenso a través de los datos, rápidamente se observa que apenas ha disparado 248 veces en jugadores elaboradas —sin contar las acciones de estrategia— con un pobre balance de 15 goles cuando la métrica de goles esperados —asigna una probabilidad de que una ocasión sea gol— aseguraba que debía haber hecho 22. En el otro lado, el Levante se ha deshecho por atrás. Ha encajado 55 goles en 367 remates en jugadas abiertas, 14 tantos más de los que debería haber recibido según la estadística avanzada. El área propia ha sido una condena.