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El entrenamiento más brillante del año

Dos semanas antes de la final de la Copa de Europa, el Real Madrid se marcó frente al Levante el más brillante de los entrenamientos. Fue un paseo, con seis goles de propina, tres tiros a los palos, oportunidades a mansalva y varias intervenciones notables de Cárdenas, el portero del equipo azulgrana. El partido, como tal, no existió. El Levante llegó casi descendido al Bernabéu y lo certificó muy pronto. No opuso resistencia, vencido por el desánimo. En estas condiciones, el fútbol pierde calidad competitiva y la mayoría de las veces también pierde cualquier atisbo de belleza. No fue el caso. El Madrid desplegó lo mejor de su repertorio.

Cualquier equipo no convierte un paseo en una declaración de estilo. Si no se cuenta con los jugadores adecuados y el deseo general del equipo, estos tranquilos paseos se abocan a un penoso pastiche. El Madrid se tomó el encuentro como una celebración de su triunfal temporada, el mejor momento para dar rienda suelta a las mejores habilidades de sus jugadores, pero sin caer en folklores innecesarios, ni irrespetuosos.

Vinicius, en el momento de marcar el 5-0 en el Real Madrid-Levante, a pase de Benzema.
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Vinicius, en el momento de marcar el 5-0 en el Real Madrid-Levante, a pase de Benzema.

Brindaron al público todo su repertorio, y lo hicieron con el aire compacto de los equipos que se preparan para los grandes desafíos. Brillaron los veteranos que han liderado al Madrid -Benzema y Modric ofrecieron un festival creativo-, el joven que se ha convertido en la noticia del año en el fútbol mundial -Vinicius, autor de tres goles-, los dos imprescindibles que funcionan como un reloj cuando se les reclama -Lucas Vázquez y Nacho-, el nuevo que crece -Camavinga-, el suplente sin minutos que ahora siente la confianza que hasta ahora le faltaba -Vallejo- y la flecha que recorre el campo y deja una estela de agotados perseguidores -Fede Valverde-.

En un encuentro de apariencia intrascendente, todos los jugadores del Madrid opositaron a futuros titulares. No hay mejor síntoma para un equipo que llega al final de temporada en estado de euforia, liberado de tensiones, con los jugadores afilados y hambrientos de éxito. El Madrid, que ha atravesado periodos difíciles, de victorias esforzadas, apretando los dientes, transmite en mayo la sensación de equipo perfectamente engrasado, sin el menor nubarrón a la vista.

Ancelotti maneja los tiempos con sabiduría. Encuentra tiempo para casi todos. No quiere que nadie se sienta fuera de la corriente de optimismo que invade al club. Fuera de Isco, que parece descartado en este fin de curso, los demás no sólo están, sino que se esfuerzan por estar a la altura de este momento.

Contra el Levante, se produjo la mezcla perfecta de delicadeza técnica, creatividad, contundencia goleadora y precisión colectiva. Sí, fue algo parecido a un entrenamiento frente al más desanimado de los rivales, pero cabía la posibilidad de acabar la faena con un bajonazo o de transformar el paseo en un espectáculo radiante. A eso se dedicó el Madrid en el mejor entrenamiento que se pueda ver en el fútbol.