Rodrygo gana el combate del 'casting'
La felicidad en el fútbol es la rara estación que atraviesa el Real Madrid en estas semanas. Le ruedan los resultados y toda la plantilla está encantada de participar en el último esfuerzo del equipo, que tiene la Liga en sus manos y la final de la Copa de Europa a tiro de dos encuentros. Rodrygo es el ejemplo más claro. Es la satisfacción en persona.
El Madrid está tan engrasado que se permite algunas extravagancias. Benzema, mascarón de proa durante toda la temporada, no embocó dos penaltis en El Sadar y sintió un ataque de orgullo. Quería marcar a toda cosa, pero no lo consiguió. Este desafío particular añadió más minutos de los previstos a su presencia en el campo.
Un aspecto del Madrid empieza a repetirse con una frecuencia sorprendente. Se impone, y lo hace sin miramientos, en las segundas partes. Tres días después de remontar en Sevilla, acudió a Pamplona y volvió a brillar en el segundo tiempo. Osasuna, libre de tensiones después de asegurarse la permanencia, apretó con su nervio habitual en la primera parte. Fútbol físico, honesto, sin trampas. Fútbol que merece aprecio. Complicó la vida al Madrid en el primer tiempo, pero manifestó su inferioridad en el segundo.
Una alineación trufada con titulares indiscutibles y unos cuantos suplentes de buen ver permitió observar una versión espléndida del equipo. Es la mejor noticia en este momento de la temporada. No fue así durante un largo periodo. Ancelotti decidió en octubre una alineación que sólo admitía una modificación: el extremo derecho. Las demás posiciones no se tocaban, salvo lesión. En la derecha, el técnico italiano ha efectuado un largo casting. Por allí han pasado Asensio, Rodrygo, Hazard, Lucas Vázquez de vez en cuando y Bale en alguno de sus cameos.
El ganador ha sido Rodrygo, o cuando menos este Rodrygo revitalizado, autor de goles trascendentales y con toda la pinta de sentirse liberado. Destacó en Pamplona, en la posición de Vinicius, que se tomó un descanso más que merecido. Rodrygo regresó, por tanto, a su hábitat natural. Irrumpió por la izquierda en el Santos, donde apuntó maneras de figura, de las que el Real Madrid tomó nota.
En el Madrid rara vez ha jugado en esa demarcación, destinado generalmente al lado derecho. Si no se ha sentido incómodo, lo ha parecido. Hasta hace poco ha sido un jugador de momentos, de destellos brillantes, pero de trayectoria irregular, delantero fino, rápido y retraído. Guardaba mucho más de lo que ofrecía. Ahora empieza a ofrecer todo su repertorio. Rodrygo transmite plenitud en un momento crítico de la temporada. Es una lujosa incorporación a un equipo que se había exprimido en los meses anteriores.
Sometido a constantes comparaciones con Vinicius, y al revés, Rodrygo necesita acreditar la consistencia necesaria para auparse a la titularidad. En el Real Madrid se lleva muy mal el diletantismo, el jugador que no garantiza un mínimo de regularidad, por brillantes que sean sus destellos. El joven delantero brasileño puede mirar y preguntar a su alrededor. Más de uno le confirmará esta realidad, que viene de muy antiguo.