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Arrebato madridista. La segunda parte del Madrid en el Pizjuán ya reposa en el Museo de la Liga, en la calle Torrelaguna. Coraje, ambición, fútbol vertical y trenzado, paredes, taconazos, pases milimétricos, anticipaciones y, finalmente, goles llenos de sentimiento madridista. Cualquier equipo del mundo, con 2-0 abajo en el descanso (incluidas las anomalías: penalti claro de Diego Carlos con 0-0 no señalado y falta de Rakitic que debió ser invalidada en el 1-0), el líder podía aferrarse a su generosa ventaja en la tabla y dejarlo para otro día. Pero entonces no sería el Madrid. En la semana de los debates sobre el estilo y el ADN, once camisetas verde turquesa se rebelaron contra su destino para empuñar la bandera del orgullo vikingo con una ofensiva que derrumbó las barricadas ordenadas por el Sevilla delante de Bono. De hecho, Cuando Rodrygo, enorme como revulsivo otra vez, puso el 2-1 nada más arrancar el segundo acto, corrió por Nervión un rún rún que amenazaba tormenta casi perfecta para la tropa de Ancelotti. Y eso que Cuadra Fernández se empeñó en darle emoción a la Liga al anular un gol legal de Vinicius, cuyo pecado fue controlarla con el hombro. El VAR le avisó de su error, pero se montó tal jauría cuando fue a verlo por la pantalla (incluida una toma en el marcador electrónico que puso a la grada patas arriba) que el balear dijo aquello de “a mí que me registren, que yo no quiero líos”. Lo anuló para perplejidad de Vini y de sus compañeros. Pero en este Madrid no hay escondites ni excusas. Si hay que ganar con todo eso en contra, se hace. Y punto. Y así llegó el ‘Gol de la Fábrica’, gestado entre Carvajal y Nacho. Y el delirio quedó para el descuento, con la conexión carioca Vini-Rodrygo y el gol del futuro Balón de Oro (Karim). Y el Madrid resucitó...

Gran Semana Santa. Ha sido la semana soñada para cualquier madridista. Llegar a semifinales de Champions tras una reacción heroica con todo perdido y un gol de oro de Benzema en el extra time; ver como tus incómodos vecinos del Atleti caen al día siguiente, con el añadido de dejar retratado a Guardiola tras utilizar el City de Pep las mismas artimañas (interrupciones, pérdidas de tiempo, faltas, protestas...) que tanto le critican sus correligionarios al Cholo; y para el Jueves Santo quedó lo mejor, el éxtasis para cualquier vikingo que se precie de serlo. El Barça quedó apeado de la Europa League de forma incontestable ante más de 25.000 alemanes vestidos con la camiseta blanca, con baño, paseo y regodeo por la playa de BCN el día siguiente. Insuperable. Además, el Sábado Santo mis admirados chavales del Juvenil conquistaron la Copa del Rey tras tumbar al Espanyol en la prórroga con gol del japonés Takuhiro Nakai. La Fábrica habla en el campo.

Enamorados del Madrid. Eso es lo que se ha vivido estos días. Ancelotti sabe que cualquier derrota reabriría el peligroso melón del debate sobre si su equipo juega más o menos bien. La receta es ganar siempre. Y si se puede jugar como los ángeles (como lo hizo el líder ante el Sevilla en el segundo tiempo), mejor. Achacan a Lopetegui que echó a su equipo muy atrás. Pero si yo fuera Julen y viera a este Madrid enfrente haría lo mismo. Hay equipos que saben competir y equipos que compiten siempre, a las duras y a las maduras, en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza. Este Madrid ha ganado estos días muchos adeptos para la causa. El que ama el fútbol acaba amando a esta buena gente. ¡Cómo no te voy a querer! Esto es EL MADRID.