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Quique, el alma y la pizarra

Cuando un entrenador cita a Charles Bukowski es que se ha pasado el juego. Aquel hombre que dejó su buen trabajo fijo para escribir y "morirse de hambre", inspiró a un técnico que convence a sus jugadores con frases elegidas y metodología estricta. "No tengo tiempo para cosas sin alma", espetó Quique para huir del conformismo y rechazar el empate como buen punto de partida. Al Bernabéu se sale a ganar, sin traumas ni complejos. Ese es el plan mental.

La pizarra es menos bohemia y Quique reconoce que tapar todas las vías al Madrid es imposible. En el Coliseum ahogó a los tres del centro del campo y funcionó. ¿A quién elegirá esta vez? Seguramente su plan sea diferente. Atacar el costado derecho con Olivera en plenitud física, esconder más el balón con Villar y Óscar, alargar el partido para que el Chelsea sobrevuele las cabezas y relaje las piernas blancas... A saber. Su plan suele ser certero porque sus jugadores lo creen siempre. Si conquistas el alma del futbolista la pizarra se traslada al césped con precisión. Esta noche saltará un equipo convencido.

Del único triunfo azulón en el Santiago Bernabéu ha pasado mucho tiempo. Un compañero de Quique en el Real Madrid, Michael Laudrup, se sentaba en el banquillo. El getafense necesita que el gol de Uche no sea para siempre. El momento parece el indicado, pero la dificultad es extrema.