A galopar sobre Frankfurt
Hay posiciones que como las modas aparecen y desaparecen de las tácticas y de las narraciones televisivas. La de líbero empezó a caer en desuso ya a mediados de los años 80 cuando el frente de ataque pasó de tres a dos delanteros. Con un central era suficiente para sujetar al ariete, su cometido natural. Poco después les tocó el turno a los extremos puros, al reconvertirse los laterales en carrileros y achicárseles el espacio para sus galopadas. Con esa innovación también dejó de tener sentido hablar con propiedad de los interiores. Toda una reacción en cadena en la nomenclatura del endecasílabo futbolístico.
La llegada del mediapunta fue la puntilla y el extremo desapareció de las alineaciones. Una especie en extinción que ahora trata de ser reintroducida en su hábitat natural tras años en cautividad. Ver galopar a Dembélé, pararse y amagar, clavar las herraduras sobre la hierba, correr, apurar la línea de fondo y centrar, nos remite a la clásica estampa del 7, el extremo derecho que parecía extinguido, la velocidad como arte noble. Es el fútbol-relámpago, el blitzkrieg frente a las tácticas de trincheras. Hoy el extremo tiene la oportunidad de saltar sobre ellas para reivindicar su oficio y conducir a su equipo a una nueva victoria en la pradera de Frankfurt.