Foden y De Bruyne fabricaron una rendija

Termina el partido y De Bruyne, ese muchacho belga con aspecto de nieto de Isabel II, posa con el trofeo al MVP de la noche. Justo premio, y no sólo por el gol, ganado con un disparo cruzadísimo que neutralizó a Oblak, sino por todo lo que hizo. Un jugador distinto, brillante, activo, intenso. Un jugador para imaginar y también para llegar. Él y Foden, que acababa de ingresar, consiguieron abrir la única rendija en la espesa defensa del Atlético y por ahí se resolvió el partido. Guardiola acababa de hacer tres cambios, el Atlético no había pillado aún la medida a los reingresados y sufrió un desajuste por el que se coló el pase de Foden a De Bruyne.

Si De Bruyne fue el mejor, Foden fue el siguiente. Su aparición mejoró el ataque local, que hasta entonces se perdía mucho en acciones alborotadas de Sterling, demasiado empeñado en fabricar un penalti antes que una jugada de peligro real. Fue, como era de esperar, un partido apretado, con el Atlético esperando y el City muy encima, presionando con energía y buscando luego cómo meterse en la espesura. Al Atleti casi le sale el plan. Le falló ese único instante, ese Reinildo que sale mal, ese Felipe que cierra peor y esa conexión entre dos jugadores grandes. Por ahí se coló ese gol, que inclina la eliminatoria en favor del City.

Una pena, porque el plan del Atleti empezaba y terminaba en su obsesión por mantener la portería a cero. Defendió con dos líneas de cinco, con Griezmann y João Félix, cada uno en una banda, sacrificados en los extremos de la primera de las dos líneas. Se puede decir que salvo en aquella única ocasión el Atleti anuló al City, pero a cambio de no dar ni un susto a Ederson. El 1-0, concedido por esa sola rendija, deja una sensación de tarea culminada sólo a medias. El partido de vuelta será bravo. El Atlético tiene delanteros para sacudir el área del City dentro de ocho días en el Metropolitano, pero será a costa de ofrecerle al City espacios que ayer le negó.