Y pese a todo, el Sevilla es el que defiende la segunda plaza

Con Fernando recién operado, Delaney lesionado hasta final de temporada, Bono con un porrazo en la cabeza que le hace ser duda, sin ganar un partido fuera de casa desde primeros de año, sin sumar de tres en tres en la Liga desde hace más de un mes, eliminado de su Europa League... De esta guisa se presenta el Sevilla en un Camp Nou en el que no gana un partido liguero desde hace casi 20 años. Los de Nervión están como el tipo del chiste que le preguntó al médico si lo suyo era grave: "Caballero, a usted sólo le falta que lo despeinen".

Le han pasado tantas cosas malas al Sevilla en un 2022 en que se esperaba que todo se enderezase tras el mercado de enero y tantas cosas buenas al Barcelona, que pensar en positivo de cara a esta noche es un ejercicio de fe absoluto. Claro que a siete días para el Domingo de Ramos, quizás sea el momento de pensar en los milagros. Porque sobre el papel es tan difícil creer en un triunfo sevillista, que igual sea ahora cuando se produzca por esas cosas tan extrañas que tiene el fútbol. Hace 20 años, Xavi veía sobre el césped como Marcos Vales galopaba por la banda, Toedtli remataba absolutamente todo, Bonano no paraba ni los taxis y Gaspart aguantaba una pañolada histórica. Prehistoria vista con los ojos de 2022. Pero si a pesar de todo esto, el Sevilla defiende el segundo puesto, algo hay a lo que agarrarse.