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Ese ataque de entrenador de Ancelotti...

Más allá de la excelencia del Barça, que está fuera de cuestión, la caída estrepitosa del Madrid tiene causas propias que se pueden resumir en una: no tomó en serio el partido. Se presentó a él sin darle importancia, convocando la atención sobre un aniversario forzado (no veo que nadie celebre los 120 años de nada), convocatoria artificial entre postureo y añagaza marketiniana. De ahí la camiseta negra, en las antípodas del color del club, que no se venderá mucho. Se me podrá decir, con verdad, que tampoco el Barça vistió los colores propios del club, pero en su caso los cambió por los del ‘más que un club’. No era la primera vez que lo hacía en Madrid.

A eso se unieron las ‘frivolités’ de Ancelotti, en las que no se hubiera atrevido a incurrir con LaLiga en juego (dimos por supuesto que no lo estaba…) ni en la Champions. Para sustituir a Benzema desdeñó cualquier opción natural (Jovic o Mariano) o no tanto (Asensio, Isco, Bale…) y experimentó con Modric. Rectificó en el descanso a cambio de salir con tres centrales, agravando la catástrofe. Rectificó la rectificación con el 0-3, así que sólo podemos culparle en tres cuartas partes del 0-4 final. La otra cuarta parte, claro, corresponde al Barça. No hay que escandalizarse de que este nuevo gran Barça ganara en el Bernabéu, pero sí de que ganara 0-4.

Todo procede de lo mismo: el Barça se tomó el partido en serio, desde la equipación hasta el último pensamiento del menos importante de sus jugadores. El Madrid, embebido en su gloria por el cuarto de hora mágico ante el PSG (único tramo en 180 minutos en que fue superior al rival) y acomodado en su ventaja en LaLiga, relajó fatalmente su atención. Visto cómo anda el Barça, al que Xavi ha puesto en pie como Jesucristo a Lázaro, una victoria culé en el Bernabéu por una distancia prudente hubiera sido vista como natural. Pero este 0-4 rechinó. Y Courtois, que lo padeció más que nadie, no se recató a la hora de señalar a Ancelotti.