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ROBERTO RAMAJO

¡Esta sí es mi Real!

Partido muy solvente del equipo de Imanol, que no alcanzó el merecido permiso de la victoria en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla, el segundo clasificado.

Perdonen la exclamación. Perdonen mi emoción. Pido perdón antes de explicarme, porque igual alguien no lo entiende. Sí, sé que se trata solo de un empate. ¡Pero menudo empate! Para mí es un puntazo en el Sánchez Pizjuán de la Real Sociedad. Y hasta puedo atreverme a decir que sabe a poco. Porque el equipo de Imanol mereció mucho más. Bueno, directamente mereció ganar. Sin discusión. Si esto fuera un combate de boxeo, a los puntos el ganador indudablemente fue el conjunto donostiarra. El Sevilla puso la posesión, la Real las ocasiones. Pero no hubo goles, y eso volvió a poner evidencia que a los txuri-urdin les falta colmillo. Sus delanteros acreditan buenos números, pero están secos. Y es una pena, porque solo eso evitó haber logrado un triunfo de mucho prestigio en casa del segundo clasificado.

Pero independientemente de ese aspecto, tenía muchas ganas de volver a ver jugar a la Real Sociedad con ese nivel de energía e intensidad en casa de un gran rival. Hasta ahora, por culpa de la exigencia de una temporada tan cargada, Imanol se había visto obligado a jugar más replegado y protegido cuando le tocó jugar en campos exigentes como, por ejemplo, el Santiago Bernabéu, San Mamés y el RB Arena de Leipzig. Demasiado hundido muchas veces, con esa defensa de cinco jugadores que reconozco no me gusta mucho, porque creo que no sabemos defender tan cerca de Remiro. Por eso mismo, en una semana sin la carga que siempre acarreará jugar el jueves en Europa, me apetecía mucho ver el comportamiento de la Real en casa del Sevilla. Comprobar que todavía quedan resquicios de esa Real valiente, atrevida, inteligente y combativa que siempre he asociado a Imanol, y que no habíamos podido ver en otros escenarios por circunstancias. Comprobar que aquello no fue una excusa de nuestro entrenador, sino un plan obligado por el contexto en el que se llegaba al partido.

Y puedo decir con mucha tranquilidad que eso está totalmente confirmado. La Real de Imanol sigue ahí, nunca se fue, pero tuvo que reinventarse, aunque no terminó de salir bien. Pero ha vuelto a enseñar las garras, en un escenario siempre imponente y exigente. La Real fue fiel a sí misma, supo tener la contundencia y solvencia defensiva de todo el año, pero luego con balón tuvo de nuevo las buenas sensaciones que sabemos todos que posee. Y así se hizo grande, fue mejor que el Sevilla y le llegó a apabullar a ocasiones. Supo cerrarse cuando lo demandó el partido, y apretar cuando era necesario.

La lectura del partido fue casi perfecta. Y de paso, en medio de este camino de retorno a la Real de siempre, recuperó para la causa a jugadores hasta ahora puestos (con razón) en entredicho, como Diego Rico, y sobre todo, Sorloth, que hizo un señor partidazo. Y otros como Silva y Januzaj volvieron a brillar, y hasta Guridi tuvo buenos minutos, y Portu volvió a dejar claro que ya va siendo hora de que la suerte vuelva a acompañarle.

Me imagino a Mikel Oyarzabal en casa viendo a sus compañeros, orgulloso porque estaba claro que le querían dedicar una victoria que hubiera hecho un poco más llevaderos los primeros días de su larga recuperación. Este es el camino para volver a Europa. La Real no está dispuesta arriba la toalla. Ni con pedruscos en el camino. Porque la de Sevilla… ¡esa sí es mi Real!