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Mariano García desembarcó en Belgrado con la mejor marca mundial del año, con un registro de 1:45.12, récord de España, conseguido a primeros de febrero en Nueva York. De hecho, era el único de los 27 atletas de la Selección que ocupaba un puesto de medalla en el ranking. Pero eso no suele ser decisivo en los primeros meses de la temporada atlética, y mucho menos en una competición indoor, y menos todavía en una prueba como los 800 metros, siempre impredecible. La referencia servía para deducir que el murciano llegaba en forma, siempre que no se hubiera pasado de rosca, y con una buena experiencia internacional. Uno de los principales cambios del atletismo español es precisamente ese, que ahora se sale más a competir fuera de nuestras fronteras. Y eso curte. El mediofondista de Fuente Álamo lideraba en estos Mundiales ese nuevo atletismo, descarado y fresco, que había batido 19 plusmarcas en dos meses y se había paseado por reuniones internacionales.

Los resultados del equipo no estaban reflejando aquí esos precedentes, también hay que decirlo... Hasta que arrancó Mariano y cambió la tendencia con una carrera imponente, en la que no cometió las precipitaciones de otras veces y dominó la situación de atrás a delante, en una poderosa progresión que le corona como el segundo campeón del mundo español bajo techo de la historia, después de Manolo Martínez en peso en Birmingham 2003. Ojo al dato. Que hayan tenido que pasar 19 años entre los dos únicos oros, demuestra la excepcionalidad de la conquista. Álvaro de Arriba, campeón europeo en Glasgow 2019, terminó cuarto, muy cerca del bronce. La cosa se anima, por fin, en una especialidad de tradición, a la espera del cierre de este domingo, donde todavía faltan balas por disparar: Adel Mechaal, Ana Peleteiro, Asier Martínez… Al rebufo de ‘La Moto’.