El deseo se quedó a medias
Dijo en la rueda de prensa previa al partido Luis García Plaza que "ojalá el equipo dé la cara", una frase que no encajó demasiado bien el aficionado dando a entender que el objetivo del partido era más una esperanza que una realidad competitiva. Por suerte se equivocó, sobre todo en las prestaciones demostradas en la primera parte llegando al descanso con un digno empate a cero como premio al trabajo realizado y con el poste añadido de Maffeo.
Pero lo cierto es que después del destrozo practicado ante el PSG en la Champions y recordando el 6-1 de la primera vuelta en el Bernabéu, la visita del Real Madrid era temida en Palma si se le añadía a los datos mencionados las carencias goleadoras de los locales y sus últimas cuatro derrotas consecutivas, que ya son cinco, para recibir a un líder que cada vez es más serio candidato al título.
La competitividad mallorquinista murió en el descanso y en la segunda parte el guión se recompuso con el 0-3 que sentenció al Mallorca. El paso de los minutos le fue dando la victoria a los blancos fruto de errores defensivos, incluido un penalti, y todo se resolvió casi más por demérito local que por méritos del visitante. Según se mire, claro. La diferencia final ha sido excesiva en el global del partido, pero es que el Mallorca sigue recibiendo mucho más de lo que entrega.