Mbappé y las tensiones
La dimensión de un futbolista se mide por lo que genera sobre el campo pero, sobre todo, por su impacto cuando no está. Hay ausencias que engrandecen. Y la de Mbappé es de esas. Nada más conocerse que podría ser baja para el encuentro del miércoles en el Bernabéu, los medios franceses hicieron un seguimiento casi al minuto de los pasos de Kylian, las palabras ‘bombazo’ y ‘alarma’ circulaban en España, los aficionados del Madrid respiraban, mientras que los no madridistas lamentaban la fortuna de los blancos. Incluso hay quien ya sostiene teorías conspirativas sobre la retransmisión del percance. El pie derecho de Mbappé puso patas arriba el partido de ida y el izquierdo está provocando un terremoto antes de la vuelta.
A nadie se le escapa que el de Bondy es el hombre de la eliminatoria. Sobre él se posaron los focos desde que la bola del sorteo, aquel sainete, emparejó al Real Madrid con el PSG. Tan seguro se da de que es el elegido, de que Florentino ya ha estrechado su mano, que todas las noticias que se generan en torno a él son interpretadas con ojos golosos por la afición de Chamartín. Si bate a Courtois en la prórroga y empina la eliminatoria, importa menos (“Qué bueno es y cuántas alegrías nos va a dar”). Si Al Khelaïfi grita “al abordaje” para convencer a la estrella con una oferta galáctica no provoca temor ante una posible ruptura del sueño, sino comprensión (“A ver quién es el guapo que dice que no a ese dineral”) e idolatría (“Hay que hacerle una estatua en el nuevo Bernabéu como rechace ese ofertón”). Si recibe un golpe en el entrenamiento y es duda para el miércoles genera alivio porque no hay antídoto para tantos poderes. Si finalmente se recupera (se ha descartado fractura y es lo más probable), el Bernabéu le envolverá en aplausos porque pocas cosas convencen más que el cariño.