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El Madrid aprovecha su novedosa energía

Las leyes físicas dicen que la energía ni se crea ni se destruye, se transforma. A esa transformación se refirió el Real Madrid en su victoria sobre la Real Sociedad, en un partido que manifestó la versión más vigorosa y expansiva del equipo de Ancelotti.

Cuando la Liga se acerca al último tercio de su recorrido, son reconocibles muchas de las virtudes del líder. Ha caminado por el campeonato con seguridad, ha cometido pocos errores y ha aprovechado perfectamente la categoría de sus jugadores diferenciales. Courtois, Militao, Alaba, Modric, Kroos, Benzema y Vinicius han funcionado como un reloj en la mayoría de los partidos. Sobre ellos han descansado el plan de Ancelotti y el rendimiento del equipo. Son gente experta, de talla mundial, curtida en mil batallas.

Aunque Vinicius no dispone de tanta experiencia, conoce las altas exigencias del fútbol profesional desde niño. Con 16 años jugaba en el Flamengo, que no es cualquier cosa en Brasil, y en su cuarta temporada en el Real Madrid ha despegado como un cohete. Está claro que ya no le pesa la camiseta. Al contrario, se siente importante. Lo fue de nuevo contra la Real Sociedad.

La versión predominante del Madrid es la de un equipo sereno, eficaz, sin la devastadora energía que tanto se prodiga en el fútbol actual. Sus peores actuaciones se han producido frente a rivales de alta y constante electricidad. En ocasiones, ha solventado la papeleta. En otras, no. En cualquier caso, siempre se ha sentido vulnerable cuando le han llevado por el arcén.

Contra la Real Sociedad, la gran novedad radicó en la enérgica manera de afrontar el encuentro, que le presentó una complicación muy seria en el arranque. El penalti de Carvajal, transformado por Oyarzabal, expuso al Madrid a una situación delicada. La Real venía de ganar dos partidos sucesivos y pretendía incluirse entre los aspirantes al cuarto puesto. En pocos minutos se le vino un huracán.

A tres días del partido contra el PSG, el Madrid se empleó con una energía desconocida hasta ahora. Más importante aún: la manejó con sabiduría. Fue un equipo ordenado para jugar y quitar, para buscar y encontrar las mejores alternativas, para someter sin contemplaciones a su rival. El Madrid persistió en su ataque sin entrar en un estado de ansiedad, problema razonable a estas alturas de campeonato.

Antes de marcar sus dos primeros goles, la superioridad fue absoluta. El Madrid encerró a la Real en su área y no dio tregua. Esta vez, sus centrocampistas no concedieron espacio ni respiro a la línea de mediocampistas donostiarra, integrada por jugadores de mucha clase. Merino, Illarramendi y Silva fueron barridos. Pasaron la mayor parte del encuentro achicando agua.

Los goles llegaron con la natural frecuencia que requerían el dominio y las ocasiones del Madrid. Fue una gran noche de todos, y de Modric en particular. ¡Qué jugador! En el otro flanco de centrocampistas, el interés estaba puesto en Camavinga. No se ha sujetado como medio centro y ha dado sensación de jugador disperso.

Contra la Real, Camavinga jugó su mejor encuentro, en una posición que le permitió explotar su dinamismo, tanto para defender como para atacar. Por primera vez se sintió cómodo en la arquitectura del equipo, tan cómodo que resultó vital en el enérgico y brillante despliegue del Madrid. En las vísperas del partido de Champions con el PSG, Camavinga fue una magnífica noticia en un excelente y transformado Real Madrid.