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Haaland y el decálogo de Florentino

Florentino Pérez fue el primer aspirante en ganarle la presidencia del Madrid al titular de la plaza. Lo logró en julio de 2000 con un decálogo que, a la vuelta de tanto tiempo, sigue vigente. El punto décimo de ese programa, que conservo, reza así: "El socio del Real Madrid tiene derecho a decidir sobre el Santiago Bernabéu para que nunca sea demolido ni su patrimonio dilapidado". El nuevo estadio es una promesa cumplida.

Más allá de las singularidades técnicas del estadio, con una cubierta que se abrirá en minutos, un submundo de nueve pisos de profundidad bajo el terreno de juego por el que circularán vehículos y en el que se apilará el césped retráctil y el suelo multiusos, una grada abatible o la envoltura traslúcida que emitirá luz de varios colores sobre la fachada, lo más importante de la obra es que supondrá la independencia económica total del Real Madrid y su capacidad para competir en el mercado de los galácticos del futuro, empezando por Mbappé y Haaland. El nuevo Bernabéu le dejará al Madrid cientos de millones de euros al año.

Pero hace falta que el espectáculo esté a la altura de los clubes y sus aficiones. Es incomprensible que nos quedemos sin ver partidos de Champions de diciembre a febrero. También lo es que para conocer el desenlace de la eliminatoria contra el PSG haya que esperar desde el 15 de febrero hasta el 9 de marzo, cuando la NBA disputa todas sus finales en menos tiempo. Llevamos meses hablando de Mbappé y de Haaland, pero apenas (¡y con suerte!) se les puede ver una vez al año en Madrid, y para eso no se levanta un Bernabéu monumental.