Del Potro se va como un grande
Juan Martín del Potro tenía señalada su despedida del tenis en Río de Janeiro, un ATP 500 que congregará un buen elenco a partir de este lunes: Berrettini, Ruud, Schwartzman, Carreño, Alcaraz… Pero ha decidido borrarse. Lógico. No tenía mucho sentido alargar una semana más su carrera después del bello homenaje que recibió el pasado martes en Buenos Aires ante su público fiel, ante su madre Patricia, que nunca había ido a verle a un torneo, y ante ilustres del deporte argentino: Sabatini, Battaglia, Coria… Después de pasar un calvario en una rodilla y 965 días de sequía, Del Potro se ha permitido una breve reaparición para decir adiós de la mejor manera: “No quería despedirme en una rueda de prensa, sino en la cancha”. Para rematar la magia del momento, la torre de Tandil dio sus últimos raquetazos profesionales frente a Federico Delbonis, junto a quien había ganado los puntos decisivos de la Copa Davis de 2016. Uno de sus grandes hitos. Cuando encaró su último servicio, Del Potro quebró en lágrimas ante una atronadora ovación. “Logré lo más difícil, el cariño de la gente”.
Así, rodeado de cariño, se despidió un tenista a quien las lesiones le impidieron mayores cotas. Quizá, incluso, haber mantenido el pulso al Big Three, como hizo durante una fase Andy Murray, en especial en 2016, o en finales puntuales Stan Wawrinka. El argentino también ganó a los tres grandes más de una vez. A Djokovic y Nadal, por ejemplo, camino de su plata olímpica en Río. Y a Federer en la épica final del US Open 2009, donde cortó una racha de cinco títulos consecutivos del suizo en Nueva York y de 18 del trío en los Grand Slams. Aquella corona le acercó a los mejores de la historia. Pero su físico no aguantó. Igual que le pasó a Murray. Dos ejemplos de la dureza extrema del circuito. Nunca sabremos qué habría sido de Delpo con salud. Sí sabemos que se ha ido como un grande.