El derbi en la mascarilla de RdT
Se entrena al aire libre con una mascarilla FFP2, ayer, cuando toda la plantilla (incluido él) acaba de dar negativo en COVID. En verano luce camiseta térmica y en invierno, a menudo, aparece con manga corta. Practica yoga, y en honor a ello incluso celebró un gol, pero un cruce de cables le ha tenido 23 días sin jugar. Si Raúl de Tomás ha encajado tan bien en el Espanyol es, calidad aparte, porque sus contradicciones son las del perico. O si no, ¿cómo un derbi a priori desigual une así tras unas semanas a rebosar de luchas intestinas?
Reciben los de Vicente Moreno en su peor momento, por derrotas, errores defensivos y sensaciones, a un Barcelona que empieza a creer en sí mismo. Pero justo ese es el escenario que históricamente más le ha convenido al Espanyol. El del Delapeñazo en 2009, o el del 2-2 en el último precedente de Cornellà, hace dos años, ambos con el equipo en caída libre. O en el segundo curso de Sánchez Flores, ya sin rumbo, igual que en el final de la 2009-10: en todas se puntuó. Esta plantilla, incapaz de haber ganado aún en 2022, visualiza la primera victoria liguera en el RCDE Stadium ante el Barça. Absolutamente contradictorio. Y, precisamente por ello, posible. Ese es el Espanyol.