Carvalho, fabricado por Pellegrini
No se equivocaba Pellegrini cuando decidió desde el pasado verano que William Carvalho debía ser diferencial en el Betis. En realidad el chileno se equivoca poco. Pero su papel en la construcción de su mejor medio centro es decisivo en una historia que puede dejar a los verdiblancos en una final 17 años después. El portugués esbozó un majestuoso caño ante Catena antes de definir frente a Dimitrievski con su frialdad habitual. Su salto cualitativo no es ninguna casualidad. Y ejecutó un golpe letal cuando su equipo más sufría en Vallecas. Sonrió Pellegrini desde su banquillo. Una satisfacción repleta de razón. Y también de esperanza.
No fue Carvalho el único en dar un paso al frente en Vallecas cuando los miedos se habían multiplicado. Lo hizo también Borja Iglesias, que fabricó un gol casi de la nada demostrando que también es capaz de dar algo más de lo que amagó durante dos temporadas y media. Su fe resultó un impulso para el equipo bético cuando el Rayo había convertido el escenario en un temible correcalles. Fekir también defendió con alma su capitanía. El francés corrió, pausó y manejó los tiempos a su antojo pese a cada falta recibida. Heliópolis tendrá la última palabra en marzo. Pero hasta entonces, el sueño del Betis, el de Pellegrini, se sostiene con argumentos convincentes. Los que presenta William Carvalho. Los que refleja Fekir. Los que dibuja Borja Iglesias.