Dicen los viejos futbolistas, los que han vivido mil batallas, que la mejor forma de caer lesionado es pensar en evitar una lesión. Es decir que no jugar un partido con la soltura habitual provoca tensiones que pueden ser perjudiciales para el cuerpo. Estoy convencido de que ningún jugador de los que se presente esta noche en San Mamés tendrá en mente el partido de Champions en París (en menos de dos semanas) e intente controlarse para no hacerse daño. Sin embargo, Carlo Ancelotti debe manejar todas las posibilidades y cuidar lo máximo posible a sus chicos de cara al encuentro más importante de la temporada. Hay que ser realista, el Madrid parte en la fase del KO de la Copa de Europa en desventaja comparado con los demás.

El equipo blanco no está dentro de los grandes favoritos de su competición fetiche porque no tiene la amplitud de plantilla necesaria para poder afrontar sin miedo todos los torneos. El once de Carletto es maravilloso e invita a la alegría y al optimismo, pero cualquier baja debilita profundamente el Madrid. Salvo quizás con Rodrygo por Asensio o Lucas Vázquez por Carvajal, las alternativas no son del nivel futbolístico o del nivel anímico (Hazard, Bale…) requeridos. Ancelotti lo sabe, pero no busca ni buscará excusas en caso de fracaso. El italiano intentará encontrar, como siempre, lo que más le importa: el equilibrio.