Bendito problema
Hubo una época, en el lejano siglo XX, en que los equipos titulares parecían intocables y los aficionados se sabían el once de memoria. "Hijo, diles a estos señores quién juega en el Barça de Menotti", decía el padre orgulloso ante sus amigos. Y el niño recitaba sabihondo: "Urruti. Gerardo-Migueli-Alexanko-Julio Alberto. Víctor-Schuster-Alonso. Marcos-Maradona-Carrasco". Había toda una liturgia en esas alineaciones de corrido, la misma que rescataba el periodista Yves Bigot, cuando recordaba que la delantera del Brasil que ganó el Mundial del 58 (Didí, Vavá, Pelé, Garrincha, Zagalo) se pronunciaba con el mismo ritmo que "a-one-ba-buluba-balam-bambú", el éxito de Little Richard.
Hoy la alta competición, las rotaciones y el aumento de las lesiones han convertido el concepto de once titular en un anacronismo, aunque el aficionado sigue haciendo sus cábalas antes de cada partido. Al fin y al cabo, la continuidad de unos nombres, así como la confianza en un esquema fijo, son una prueba del éxito, y su efecto contrario –el desbarajuste y los cambios– una señal de las dudas en el juego. Lo hemos visto en el Barça de las últimas temporadas, con idas y venidas constantes, a veces voluntarias y otras obligadas por las bajas. Quien más ha sufrido para encontrar un once titular es Xavi, siempre con esa sensación de ir con el equipaje justo para intentar aplicar un estilo –o un estilismo–.
Ahora, por fin, su Barça llega al partido de mañana frente al Athletic Club pudiendo elegir. Los tres puestos del centro del campo se repartirán entre Busquets, Pedri, Gavi, Nico, De Jong y Riqui Puig. No será una elección fácil. Por su experiencia, Busquets parece el más obvio, aunque hay otras combinaciones atractivas e inesperadas, y habrá quien prefiera el descaro de la juventud. La competencia será saludable mientras todos tengan un número en la rifa de Xavi y puedan aportar frescura, y precisamente sería un error buscar el triángulo perfecto e inamovible. Donde caben tres, caben cuatro. O cinco.