No hay paz para el Barça

Al Barça no sólo le ha tocado descender de competición 16 años después. Su primer sorteo como equipo de la Europa League le emparejó con el Nápoles, 24 del ranking UEFA y, sin duda, el rival más poderoso de los posibles rivales que le podían corresponder. Un equipo con una nómina de jugadores interesantes, desde la portería, Ospina, a la delantera, con Osimhen, Insigne, Mertens y Politano. Pasando por el centro del campo, en el que destacan Zielinski, Anguissa o Fabián. Y con Manolas, el central griego, como guinda de los malos recuerdos del Barça. Fue el verdugo en la eliminatoria de Roma, donde empezó a caer el imperio azulgrana. En Nápoles están contentos con Spalletti. Y, pese a algún resultado peor en los últimos tiempos, están en la pomada. E ilusionados.

Ahora mismo, no se puede decir que el Barça es favorito. Esta temporada ha perdido contra casi todos los equipos potentes a los que se ha enfrentado (Madrid, Atlético, Bayern, Benfica, Betis...) y es un equipo que no da ninguna fiabilidad. Es posible que en febrero tenga otro rostro con Pedri, Ansu y algún refuerzo como Daniel Alves y, quién sabe, si un delantero también al final de su carrera como Cavani, que jugó allí... Pero, en esencia, el Barça seguirá siendo ese equipo al que ahora sostienen dos chavales como Gavi y Nico y en el que las vacas sagradas se derriten en cualquier ambiente medio duro como el de este domingo en Pamplona. O hasta sin gente como en Múnich. Así que, como no hay paz para los malvados, el Barça tendrá que ir a Nápoles a jugarse los octavos de final de la Europa League en el estadio Diego Armando Maradona. Una atmósfera caliente para un equipo que lleva en su mochila las pesadillas de Turín, París, Roma, Liverpool... Otro descenso a los infiernos para un equipo atormentado.