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Justicia madridista y una tartera

Mamá ha decidido no echar garbanzos al cocido porque, en su opinión, el Barça de Xavi atracó miserablemente al pobre Villarreal, que viste de amarillo y tiene nombre de pueblo simpático, de esos que le gusta visitar cuando el tiempo y la economía familiar lo permiten. Es su manera de castigar a papá, que adora los garbanzos casi tanto como a Johan Cruyff del que, se dice, Xavi Hernández es legítimo heredero y, por tanto, cómplice de la canallada perpetrada en el Estadio de La Cerámica por las huestes azulgranas en la noche del sábado: "abusus non est usus, sed corruptela", que quiere decir algo así como "el abuso no es uso, es corruptela".

La justicia madridista tiene razones que la razón no entiende, un poco como el corazón o la propia memoria, que va y viene dependiendo del color de las tarjetas, el nombre del infractor o la importancia del partido. Por causas que tampoco resultan ajenas del todo a esta santa casa, donde se bautizó cristianamente al Villarato para dar patente de corso al hincha contrariado con los éxitos del Barça, una parte del madridismo lleva más de una década entregado al noble arte de reescribir la historia, de adaptar el relato en su propio beneficio para no tener que dar demasiadas explicaciones sobre la gloria de otros. Y no les culpo, pues no son pocas las que han tenido que ofrecer sobre la propia.

De la extensa leyenda negra que acompaña su estandarte, mi historia favorita es la expulsión de un rival sordomudo por protestar. No necesito que sea cierta, como tampoco necesitan ellos disimular que obvian la expulsión condonada a Parejo para que la trama fluya entre penaltis hurtados a un equipo humilde que —esto no lo dirán y quedará sepultado para siempre en los buscadores de internet— pudo seguir compitiendo once contra once gracias a la manga ancha del VAR: es su cultura y se ha de respetar. A fin de cuentas, el único damnificado aquí es mi padre, que se ha quedado sin garbanzos por una interpretación del reglamento familiar que no ofrecerá reparación alguna al equipo levantino salvo que, tras leer estas líneas, su departamento de prensa nos haga llegar una dirección postal, una tartera y el Bizum correspondiente para los gastos de envío.