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El mundo ideal del Madrid y el próximo frenesí

Dos partidos, ocho goles y ninguna sensación de incertidumbre. El Madrid progresa sin nubarrones antes de enfrentarse a una dura prueba de esfuerzo. Jugará cuatro partidos en dos semanas (Sevilla, Athletic, Real Sociedad, Inter de Milán), frente a rivales exigentes y en circunstancias más que importantes para el desenlace de la temporada. Si sale ganador de esta serie de encuentros se distanciará de la Real Sociedad y se impondrá como líder en su grupo de la Copa de Europa.

Todo indica que el Madrid está en condiciones de aprovechar el botín de estos encuentros. Jugará tres de ellos en el Bernabéu y viajará a San Sebastián. No hay perturbaciones en el equipo. El habitual cacareo alrededor de Bale se ha convertido en un tenue ruido de fondo al que nadie presta atención. La ausencia de Hazard tampoco distrae al madridismo. No le descuentan del pensamiento, pero casi...

Toni Kroos marca el 0-2 del Real Madrid contra el Sheriff, el pasado miércoles en el partido de Champions en Tiraspol.
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Toni Kroos marca el 0-2 del Real Madrid contra el Sheriff, el pasado miércoles en el partido de Champions en Tiraspol.

Ancelotti ha encontrado la alineación y no se despega ni un milímetro de la hoja de ruta. Fuera del extremo derecho, donde permanecerá abierta la competencia entre Rodrygo, Marco Asensio y Lucas Vázquez, las demás posiciones tienen dueño. Apenas hay margen para las sorpresas o para los experimentos. Prevalece la estabilidad sobre los experimentos y el riesgo de fatiga.

El apretado calendario determinará hasta qué punto el Madrid podrá mantener una alineación que le ofrece máximas garantías. El Granada y el Sheriff han sido rivales espumosos. Ni le han complicado la vida, ni le han exigido grandes esfuerzos. Partidos lisos como autopistas, sin apenas riesgos, conducidos con comodidad y muchos goles.

Hace dos meses, esta clase de partidos no le ofrecían tantas garantías, basta recordar la derrota con el Sheriff en el Bernabéu. Ahora sería impensable un patinazo como aquél. El regreso de Kroos ha producido un efecto instantáneo en la línea de centrocampistas, que ha adquirido el prestigio de los clásicos. Modric, Casemiro y Kroos ya figuran por derecho propio entre las mejores sociedades de mediocampistas que ha alumbrado el Real Madrid, y desde luego entre las mejores del panorama internacional en los últimos 10 años.

Después de tantos años, los tres han establecido la secreta comunicación que proporciona el tiempo, el conocimiento y la inteligencia. Uno por uno son excelentes jugadores. Juntos multiplican sus cualidades. Sin Kroos, al Madrid le faltó una pieza absolutamente necesaria en el engranaje colectivo. Valverde y Camavinga empalman peor con Casemiro y Modric.

Los últimos encuentros han funcionado como la seda, con el medio campo como factor principal del éxito. En Granada, Modric y Kroos brindaron una gran actuación, tanto en la construcción, como en la dirección y el abastecimiento ofensivo. Frente al Sheriff no aflojaron. Kroos marca pocos goles, pero es un prodigio cuando se decide a embocarlos. Su remate en el segundo gol fue extraordinario por belleza y dificultad.

Cualquier aficionado firmaría mantener esta línea de centrocampistas sin el menor retoque. Marca diferencias. El interrogante surge de las apreturas del calendario y la edad de los tres jugadores, que llevan una tralla enorme en estos años. Tanto Modric como Kroos han sufrido problemas musculares con alguna frecuencia. El esfuerzo cotidiano de Casemiro es monumental, y en ocasiones se le empieza a notar.

Entre la realidad de las decisivas prestaciones de sus expertos centrocampistas y el riesgo de lesiones en los afilados compromisos que esperan al equipo, es probable que Ancelotti se encuentre con un dilema: prescindir de las rotaciones y apurar el rendimiento en esta fase crucial de la temporada o abrir hueco en la alineación a los suplentes de habituales. En un mundo ideal, Carlo Ancelotti no tendría la menor duda. Lo que funciona, y funciona muy bien en estos momentos, no se toca. El problema es que el fútbol rara vez se confunde con los mundos ideales.