Pasión y pronóstico de los niños chicos

Oliver y Ángel quieren ser en el patio, peloteando, Benzema o Vinicius, aunque juegan como Casemiro, y hablan del Clásico de este domingo en el Camp Nou con la pasión de Tomás Roncero. Ángel se apunta al 0-5, pero a Oliver le da pena el abuelo barcelonista, y rebaja el pronóstico. Si juega Ansu Fati esta tarde al calor de la afición barcelonista, le dice a su amigo, 1-3 es más seguro. El amigo se resigna, vale, 1-3. ¿Cómo han ido rebajando? Oliver insiste en el factor Ansu Fati, pero está claro que no quiere deprimir al abuelo. El 0-5 viene del más reciente resultado de su equipo, mientras que el 1-3 tiene en cuenta el juego del equipo rival ante el Valencia, ahí jugaron como si supieran. Pero ante el Dinamo de Kiev …, dice Ángel. Qué tremendo aburrimiento el de esa noche europea. ¡Ni Ansu Fati!

Los dos tienen diez años, en la pequeña cancha agrandan la edad, como si estuvieran retransmitiendo una final y ellos fueran parte del equipo ganador. La ilusión de ganar en esa exhibición que los enfrenta es una metáfora de lo que esperan que pase este mediodía. Yo los veo jugar y en algún momento me contagio con lo que dicen, y los imagino vestidos de azulgrana, explicándose entre ellos jugadas que quizá fueron de Ladislao Kubala o de Pep Guardiola, pero, qué va, están rememorando futbolistas de ahora, y todos ellos van vestidos de blanco.

Vuelvo, pues, a mi álbum viejo, y me enfrasco en gestas alcanzadas por mis ídolos años atrás, cuando el fútbol que amo era transitivo, la bellísima estampa de Luis Suárez oteando el horizonte, el balón llegando a la cabeza de Evaristo, y un reloj que parecía perfecto como un reloj reciente. Cerré el álbum y volví al patio, donde Ángel y Oliver afilaban armas. Ahora hasta Hazard se sumaba a la fiesta que ellos esperaban, y era el que marcaba el tercero. Todavía no estaba claro que Ansu marcara el de la honra. Quién sabe. Yo sueño otra cosa, por culpa del álbum.