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El penalti a Ansu fue un duro golpe al VAR

El penalti del Barça-Valencia viene a golpear el ya de por sí menguado crédito del VAR entre nosotros. Conste que a mí me pareció penalti en el directo. Ansu Fati llegaba a un remate claro y Gayà llega por detrás y le arrolla. Gil Manzano vio eso y pitó eso. Pero la repetición permite descubrir que Gayà hizo lo imposible: se adelantó en su acción a Ansu Fati y apartó el balón de él. Cuando se produce el contacto (el pie ya disparado de Gayà pega en el de Ansu Fati) el balón ya no está a su alcance. Eso pudimos ver por la tele, pero Gil Manzano no fue lllamado por un absurdo protocolo. Como hubo contacto, el VAR no entra.

Recuerdo hace años un debate sobre el VAR, cuando era inminente, entre Butragueño, Del Bosque y yo. Los dos últimos éramos muy escépticos, pero Butragueño movió una ficha que nos dejó pensando: “No puede ser que cualquier aficionado desde casa pueda ver siete veces repetida una jugada mal pitada y que sólo el árbitro no tenga acceso a ella para rectificar”. Está bien razonado, para eso vino el VAR. Pero vino acompañado de la fiebre de protocolos y tonterías que ha hecho furor. Total: todos vimos lo que Gil Manzano no pudo ver por el protocolo, y el error quedó ahí, convertido en dolorosa burla para valencianistas.

Antes del VAR, esto habría sido penalti por las buenas. Habría más resignación: lo ha visto así… Pero el VAR no VAR añade una sombra fea a la injusticia. Antes un penalti mal pitado se podía achacar al azar, como tantas cosas en fútbol. Este penalti no definió el partido, sólo fue una de las cuantas cosas que lo hicieron, pero hubo más: la pureza del tiro de Ansu Fati en el primer gol, el tiro de Carlos Soler a la cara interna del palo, la parada de Ter Stegen a Guedes, el despiste monumental de la defensa valencianista en el gol de Coutinho. El penalti fue una más de esas jugadas. Su singularidad es que pone en solfa la utilidad del VAR.