Mbappé, déjate de gaitas
Seamos honestos, igual que ayer vi al madridismo entusiasmado y eufórico porque interpretó las entrevistas de Mbappé en RMC y L’Equipe como una rotunda declaración de intenciones para preparar su marcha al Real Madrid el próximo verano, las palabras que ha dicho su madre hoy en Le Parisien han sentado como una patada en el estómago. Ya sé que se puede interpretar como una estrategia de la familia para atemperar los ánimos de la ruidosa hinchada del PSG con el fin de que pueda dejar a Kylian tener un final de trayecto tranquilo con la camiseta del equipo parisino. Pero la realidad también refleja que aquí todos están jugando sus cartas y que la familia del crack no descarta poner las orejas tiesas ante las multimillonarias tentaciones que Al-Khelaïfi está poniendo en la mesa de Mbappé para ganar este pulso.
El PSG no se juega en esto simplemente la continuidad de un gran futbolista, sino su prestigio ante el mundo como club-Estado que no admite que venga un equipo de occidente que pertenece a sus socios, como es el caso del Real Madrid, y le pueda arrebatar sin más a su verdadero jugador-franquicia. El Emir está poniendo toda la carne en el asador para ganar este Juego de Tronos y por ahí al madridismo sólo le queda aferrarse a la firme voluntad de Mbappé, que hasta ahora se ha mostrado intransigente y ejemplar en su afán por vestir un día de blanco en el Bernabéu. Lo único que me hace dudar es si Kylian ha dado luz verde a las declaraciones de su madre, lo que significaría que no se cierra ninguna puerta ni ninguno de los escenarios posibles.
Quiero pensar, insisto, que sólo es un paso más en ese culebrón que necesita de bajadas y subidas para que el chaval pueda acabar en paz su trayectoria en el Parque de los Príncipes. Pero si realmente está aceptando la posibilidad de renovar por el PSG, estará dando una bofetada al madridismo que sería difícil de curar en el futuro. Que se deje de gaitas. Si quiere venir al Madrid, que resista, se niegue a renovar y que el 1 de enero firme con Florentino. Lo contrario sería una engañifa que no admitiría el aficionado blanco, acostumbrado a jugadores que matan por defender su escudo.