Fin de ciclo y esperanza

Siempre he sido un gran defensor de la Liga española. Siempre he pensado, dicho y escrito que este campeonato era sin ninguna duda el mejor del mundo, el sitio donde se hacía el juego más técnico y donde se ofrecía el espectáculo más bello e interesante. Claro que el marketing de la Premier League estaba mejor diseñado y que sabían vender mejor su producto, pero para el fútbol en sí no había otra liga como la de aquí. Tengo que usar el pasado, por desgracia, porque empiezo a creer que esta opinión mía ya no vale. El pasado fin de semana, me dormí durante la segunda parte del encuentro entre el Alavés y el Atlético. Algo que nunca me había pasado. Y ya son varias jornadas que mi interés por la Liga sufre por culpa del bajo nivel de juego.

Algo que me ocurre a mí y a mucha gente. Y una sensación que aparece como algo más que una sensación después de comprobar los malos resultados de los equipos españoles y su falta de competitividad en las competiciones europeas. La salida de grandes estrellas ha hecho un daño inmenso, los problemas económicos de los clubes (¡maldito covid!) y la lógica austeridad impuesta por LaLiga también. Estamos ante un evidente fin de ciclo global. Pero existe una esperanza llamada Real Madrid, un club muy bien gestionado, con recursos e ideas, totalmente preparado para ser el motor de un renacimiento general.