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El Sheriff desafía a la Superliga

El Sheriff hace contrapropaganda a la Superliga. Su triunfo en el Bernbéu es simbólico, por cuanto representa el premio al mérito del que viene de abajo. Estamos ante un caso extraordinario de equipo nacido en un país sin tradición deportiva, Moldavia, en una franja dentro de él que quiere escindirse, pero que mientras siga dentro se consuela arrasando en su campeonato. Se ha metido en la Champions superando cuatro eliminatorias previas, las dos últimas ante el Estrella Roja y el Dinamo de Zagreb, se estrenó en la Champions ganando al Shakhtar Donetsk, un clásico, y ayer conquistó el Bernabéu. ¡Lidera el grupo!

No vamos a desdeñar el esfuerzo del Madrid, que si bien anduvo a medio gas durante la primera media hora, luego apretó y apretó, buscando por todos lados. Se topó con dos centrales infranqueables por alto y con un portero soberbio, Athanasiadis, griego. Lo suyo fue una exhibición. Sólo pudo ser batido con un penalti sensacionalmente lanzado por Benzema. Pero si en ataque se le pueden hacer pocos reproches al Madrid, en defensa sí. El Sheriff subió poco, pero marcó tres goles, uno anulado, justamente, por el bigote de una gamba. Y a Yakhshiboev, cabeceador del primer gol, se le fue otro por un pelín.

Llamó la atención el aire solvente de este equipo tan singular. No se agobió atrás, y eso que hubo rachas en las que el Madrid le meneó la estantería. Trataba de salir con ciencia, a sus escasos ataques sumaba gente y lo hizo todo con un aire de veteranía, de equipo que no se siente extraño en esta competición excepcional. Coronó su victoria con uno de los mejores disparos, obra de Thill, que se han de ver en el campeonato. En una jornada de grandes partidos (el Milán-Atlético, con agónica y necesaria victoria final, el PSG-City o el Oporto-Liverpool), el protagonista de la tarde-noche europea fue el novel Sheriff.