Conexión insospechada

Cada Valencia-Real Madrid nos recuerda el valor de la historia en el fútbol. Es un partido que en Mestalla adquiere una magnitud especial, no importa el estado del equipo local. El pasado año, catastrófico para el club por tantos motivos, se reservó la mejor actuación de la temporada para ganar el encuentro. Esta vez, el Valencia proclamó las razones de su mejoría. Está más fuerte, más decidido, más organizado y cuenta con el amparo de la hinchada. Plasmó todas las evidencias y perdió. El Madrid, que no se sale una coma de su irregular guion, volvió a vencer a última hora. De nuevo se agarró a Benzema y Vinicius.

De todas las probables parejas de éxito en el Real Madrid, la de Benzema-Vinicius es la más insospechada. Se recuerdan los reproches del francés al delantero brasileño. Mezclaban mal. A Benzema, que es un reloj de precisión, le irritaba la imprecisión de Vinicius. No lograba mezclar el vértigo con la delicadeza, ni en el pase, ni en los remates.

Agua y aceite en el campo, la conexión entre los dos se consideraba más que improbable. Atrás quedaban los días de los reproches generales a Benzema, apenas sofocados por los partidarios del jugador francés, que veían en él lo que todo el mundo ve desde hace tres o cuatro años: un futbolista sensacional, entre los 10 mejores del mundo. A estas alturas no tiene nada que demostrar. Vinicius, sí.

Jugar con Benzema es fácil porque es un fenomenal futbolista, pero es difícil si no entras en su delicada frecuencia de onda. Benzema es un libro con botas. Comprende al dedillo la naturaleza del juego y en cada momento aplica la solución adecuada a un problema. Es un cartesiano que se guarda un poco de magia en el bolsillo para cuando la necesita. En algunos momentos se le ha visto disfrutar con Hazard. Es más una sospecha de conexión que otra cosa, porque Hazard ha comenzado su tercera temporada en el Real Madrid y sigue sin ofrecer síntomas de mejoría.

Esta temporada, Benzema mira a la izquierda ya no encuentra a Hazard, sino al jugador que le disgustaba. Ya no. Vinicius le entiende y cada vez se observa una sociedad mejor compenetrada de los dos delanteros. El mérito es doble. El de Benzema, por apreciar los progresos del extremo brasileño. El de Vinicius, por resistirse a las críticas y prejuicios, por aprender y por demostrarlo en cada partido.

El Madrid cometió los mismos errores que frente al Celta y el Inter de Milán. No gobernó el partido, concedió oportunidades y se vio sometido a demasiadas urgencias. Le superó el Valencia en amplias fases del partido. Nadie se extrañó de la ventaja que cobró el equipo de Bordalás. Al Valencia le faltó energía y plantilla en el cuarto de hora final. Empeoró con los cambios. Al Madrid le mejoraron.

Con todos sus defectos, el Madrid empotró al Valencia en el área. Tampoco extrañó a nadie el gol del empate, ni el de la victoria, precedidos por errores de bulto de la defensa del Valencia. Demasiada fatiga y tensión. Los dos fueron cocinados por Benzema, magistral en los 15 últimos minutos del partido, y Vinicius. Si fuera novedad, se podría considerar azarosa, pero se repite cada jornada. La conexión existe y funciona.