La advertencia del Madrid
La temporada de baloncesto comenzó igual que el año pasado, con el Real Madrid de Pablo Laso ganador de la Supercopa frente al Barcelona de Sarunas Jasikevicius. En aquella ocasión no fue un indicativo de lo que iba a ocurrir durante el resto del curso. El Madrid entró en una espiral de lesiones, se desmembró con las salidas a la NBA de Campazzo y Deck, y no volvió a cantar el alirón. El Barça, por el contrario, ensambló sus piezas hasta formar un equipo campeón, que levantó los trofeos de la Copa del Rey y de la Liga, y jugó la final de la Euroliga. El crecimiento azulgrana empujó a pensar en un cambio de ciclo, después del poderoso dominio de los blancos en las campañas anteriores, que se entiende perfectamente con el siguiente dato: Laso sumó este domingo su 21º título al frente del Madrid en 30 finales y 41 campeonatos. El Barça siempre fue una sus víctimas principales, hasta que el club empezó a tirar de cartera, con Nikola Mirotic al frente del proyecto, para romper la hegemonía madridista y para activar el plan de reconquistar Europa. Casi lo consigue.
La victoria del Madrid recordó este domingo a su eterno rival que los títulos no se ganan ni con los antecedentes, ni con el talonario, sino en la cancha. A cara de perro. El Clásico rescató dos constantes. Por una parte, que el Madrid nunca da un partido por perdido. El Efes puede dar fe. O el Tenerife, el día anterior. Y también el Barcelona, que comprobó con impotencia cómo le remontaban 19 puntos: 63-44 en un cuarto de hora. El Barça jugó 25 minutos espléndidos y luego se desconectó, como si ya hubiera metido el trofeo en las vitrinas. La historia se repite en ambos clubes. La Supercopa, como ocurrió hace un año, no tiene por qué ser un indicador de lo que sucederá el resto de la sesión, pero sí es una advertencia clara. Y más ahora que la chequera azulgrana ha parado de circular.