Laporta y el Barcelona huyen hacia delante
Los que manejan el dinero en el fútbol lo saben: el aficionado lo soporta todo. Dame un escudo y llámame tonto. No me extrañaría que algún presidente tuviera la frase enmarcada en su despacho, para afrontar cada jornada envalentonado por ese mensaje inspirador. Cuando alguna operación les parece demasiado golfa acarician la placa con la frase, como los jugadores del Liverpool hacen con el mítico 'This is Anfield' antes de saltar al campo, y se convencen inmediatamente de que conseguirán lo que se propongan. Pienso en ello mientras observo la huida hacia adelante del Barcelona con Laporta a la cabeza y Bartomeu en el retrovisor.
Por momentos, Laporta me recuerda a Mad Max buscando gasolina en el desierto al volante de un coche destartalado. "Mi nombre es Max. Mi mundo se reduce a un solo instinto: sobrevivir". Soy un héroe absurdo inmerso en una huida hacia ninguna parte, pero héroe al fin y al cabo, pensará Joan. También todos a los que les interesa creer, entre ellos los menos culpables del apocalipsis, los aficionados. A Laporta le conviene airear el gran desastre que hereda, posar sobre las ruinas. No por ética sino para ganar siempre en la comparación. Pero lo que cualquiera con dos dedos de frente se pregunta es si la mejor manera de ahorrar es seguir atiborrando la casa de objetos innecesarios. Un saludo a Depay, al Kun Agüero y a los delanteros de la cantera que esperan su turno. Seguro que Piqué lo explica algún día en Twitch, el lugar donde nacen las noticias.
La impresión es que el Barcelona de Laporta está levantando la alfombra con la única intención de hacerle hueco a nueva porquería. Ese bucle tan futbolero. Lo sugieren la promesa de retener a Messi aunque la realidad marcase un escenario muy diferente, el gasto en fichas cuando la caja menos lo puede soportar, el empeño ridículo con esa Superliga muerta antes de nacer, el maquillaje contable como modo de vida al que parece abocado el club o el préstamo desesperado con una Goldman Sachs que marcará el futuro de la entidad. ¿El escudo y su gente lo resistirán todo?