Regresaron los últimos de nuestra expedición olímpica, que fue de las más numerosas en Tokio gracias sobre todo a nuestra masiva clasificación en deportes de equipo, pero con un discretísimo 22º puesto en el medallero, 11º europeo. Ya saben: el medallero se ordena por oros y luego desempatan las platas y los bronces. Contando medallas en bruto, que fueron 17 en total, estaríamos un poco más arriba, pero tampoco es para presumir. Alejandro Blanco pone un 10 a nuestro deporte después de estos resultados, porque lo hace desde la proporción de la inversión-atención del Estado y resultado, y desde ese punto de vista es difícil discutirlo.

Ese 22º no es nuestro puesto en el mundo. Mucho más arriba, concretamente en la décima posición, refulge Italia, con 40 medallas, su récord. Italia es un país con el que nos podemos comparar: son de nuestra misma carne, mismo clima, parecido nivel, parecidas costumbres. Nos ganan en población, 60-46, pero de ahí a este 40-17 en medallas... Italia ha alcanzado esto aplicando el “modelo soviético”. De sus 384 representantes en Tokio, 270 pertenecen a las fuerzas de seguridad del Estado: los tres ejércitos, carabineros, policía, bomberos, guardia de finanzas, guardias penitenciarios…

Eso les da tiempo para entrenar, permisos para competir, traslados donde haya mejores condiciones de entrenamiento… Un enorme apoyo para deportistas de especialidades que no gozan de gran atención de la gente. En España tenemos algunos casos (Craviotto entre ellos) pero ni mucho menos una política extensiva en esa dirección. El tufo a cosa cutre del Este de Europa queda ya lejos y no sería malo que aquí se tirara por ese camino. Alejandro Blanco lo ha planteado varias veces, pero eso es algo que ha de movilizarse desde el Estado. Además de mejorar las subvenciones, claro. Lo que España invierte en un ciclo olímpico no llega a lo de Italia en un año.