Rossi acierta con su retirada
Valentino Rossi abandonará la competición al acabar esta temporada de MotoGP. Era lo previsible. Y lo deseable. Desde hace años resultaba evidente que el italiano no conquistaría ganar ese décimo título mundial que tanto anhelaba. Ni siquiera el año pasado cuando falló el gran favorito, Marc Márquez, tuvo la más mínima opción de aspirar a ello. Y desde hace algo menos, pero siempre demasiado tiempo para un campeón de su lustre, se sabía que tampoco volvería a ganar un gran premio, salvo hecatombe generalizada de sus rivales o carambola inaudita en las circunstancias de carrera. En definitiva, que estaba en pista para nada que pudiera motivarle pero, eso sí, jugándose el tipo cada domingo porque incluso el que va el último en cualquier categoría del Mundial se expone a un riesgo alto.
Seguir por seguir carecía de sentido alguno para El Doctor, por mucho que le ilusionase competir un año más con su equipo, junto a su hermanastro Luca Marini y en una nueva tentativa con Ducati. Difícilmente los resultados iban a resultar mínimamente satisfactorios y el peligro de lesión estaría siempre al acecho, con agravantes lógicos en un deportista que ya supera los 40, por muy en forma que se encuentre. Desde luego que no se despedirá de la competición con los resultados y el rendimiento que hubiera deseado y merecido, aunque en absoluto eso ensombrece su extraordinaria trayectoria. El motociclismo le debe mucho a Rossi, más allá de su magnífico palmarés. Su carisma, su popularidad, su conexión con la afición, su pasión y tantas otras virtudes le colocan sin remisión en el Olimpo de los grandes de este deporte. Hoy es el día para reconocer todo eso y desearle, tan solo, que siga siendo tan feliz al bajarse de la moto como lo ha sido sobre ella. Gracias, campeón.