Christine Mboma abre otro caso Semenya

La irresistible ascensión de la joven namibia Christine Mboma, 18 años, ha alcanzado en Tokio una magnitud desbordante, de consecuencias imprevisibles en la reglamentación del atletismo. Sus actuaciones en la primera eliminatoria y en la semifinal de 200 metros no tienen equivalente en la historia. En la primera carrera batió el récord mundial junior (22.11 segundos). En la semifinal, bajó de 22 segundos (21.97), y solo fue superada por la jamaicana, Elaine Thompson, campeona olímpica de 100 metros. Mboma es un caso de precocidad y también de la dificultad para establecer baremos que sean tan aceptables para la equidad competitiva como para los derechos de las personas que presentan diversas formas de Desarrollo Sexual Diferente (DSD). A ese grupo pertenece la atleta africana, que eligió participar en los 200 metros por las normas que la impedían disputar cualquier carrera entre los 400 y la milla (1.609 metros).

La reglamentación de World Athletics (máximo organismo mundial del atletismo), secundada por el Comité Olímpico Internacional, establece que las mujeres con una tasa de testosterona superior a 5 nmo/l (nanomoles por litro) -durante un periodo de seis meses- no pueden participar en ese segmento de distancias, decisión que se tomó durante el litigio con la surafricana Caster Semenya, campeona olímpica de 800 metros en 2012 y 2016. Semenya, también perteneciente al grupo de personas DSD, no ha podido defender su título en Tokio, después de la decisión del TAS (Tribunal Arbitraje del Deporte), que reconoció el carácter discriminatorio de la regla, pero la consideró necesaria, razonable y proporcionada para asegurar la protección competitiva de las atletas.

Los informes médicos señalan que el rango de testosterona de las mujeres varía entre 0,06 y 1,68 nmo/l. En los hombres, el rango se encuentra entre 7,7 y 29,4 nmo/l. Después de la pubertad, el incremento de la testosterona en el hombre le transfiere un grado mayor de masa muscular, fuerza y potencia. Con una tasa de testosterona que supera los márgenes decretados por World Athletics, Mboma es y participa como mujer en las competiciones, sujeta a unas reglas que en opinión de los críticos ataca de raíz los derechos humanos.

Desconocida hasta abril, Mboma surgió con una fantástica marca en los 400 metros -49,22 segundos-, ratificada en junio en Bygdosz (Polonia), donde dejó atónito al mundo con su registro: 48,57 segundos. De un plumazo se colocó en la séptima posición del ranking histórico. Sin embargo, ni su nombre, ni el de su compatriota Masilingi, también finalista en los 200 metros, aparecieron entre las atletas inscritas en la prueba olímpica de 400 metros. Las dos atletas namibias eligieron la distancia inferior -200 metros- para cumplir con la normativa actual.

Según World Athletics, los inaceptables niveles de testosterona de Mboma en las pruebas de mediofondo son aceptables en las distancias cortas, 100, 200 y 100 metros vallas, pero los impresionantes tiempos de Mboma reiniciarán el debate que los jerarcas del atletismo pretendieron cerrar en el caso Semenya. Por si acaso, World Athletics estableció una cautela: si los registros de atletas DSD se benefician de las tasas de testosterona permitidas hasta ahora, las reglas serán revisadas.

Se escenifica de nuevo el conflicto entre los derechos básicos de las personas, la tradicional división por géneros del deporte y el inestable territorio que actualmente ocupan las deportistas que no obedecen a la tradicional división binaria del sexo. El caso Mboma recrudecerá un conflicto donde World Athletics ha sido acusado de juego sucio contra Francine Niyonsaba, mediofondista de Burundi, subcampeona olímpica de 800 metros en 2016. Denegada la posibilidad de disputar su prueba favorita, decidió participar en 5.000 metros. Corrió la primera eliminatoria y se clasificó para la final, pero fue descalificada por dar un paso fuera de la pista. Ni se vio en las imágenes de televisión, ni World Athletics ha querido mostrar a los periodistas una prueba que justifique la descalificación.