Rafa Mir llegó como el Séptimo de Caballería
El sábado amaneció feliz con el oro en tiro de Fátima Gálvez y Alberto Fernández, que nos vale un salto en el medallero, siguió estupendamente con el bronce de Pablo Carreño (bronce que sabe a oro, porque ha ganado a los números dos y uno, sucesivamente) y se remató con la clasificación de nuestro fútbol para las semifinales. Sufriendo, eso sí. Baste decir que en el 91’ perdíamos por 2-1. Entonces llegó el 2-2, ya apurándose el descuento, y en la prórroga se remató el pase con un sensacional 2-5. El gol salvador del 2-2 fue obra de Rafa Mir, recién ingresado, y lo mismo los dos últimos, que redondearon la goleada.
Fue el hombre de la semifinal, obviamente, y sugiere un replanteamiento de la idea madre de este equipo, que de nuevo me pareció lo mismo que en anteriores días: técnico, frío, bueno entre áreas y flojo en ellas. Atrás sufre mucho pese al control que tiene del juego, arriba le cuesta un triunfo marcar gol. Fútbol bien armado, pero flojo de profundidad y mala puntería en el remate. Marcó cinco goles, sí, pero tres fueron regalos claros: una cesión equivocada del lateral al portero, en la que se coló Olmo (1-1), un desencuentro entre los centrales que regaló el primero a Mir (2-2) y un penalti loco en la prórroga, transformado por Oyarzabal, (3-2).
En todo caso, estamos en semifinales. Alguien dijo en la transmisión de Carrusel que ganar una medalla olímpica cuesta mucho, y es así. Este equipo que iba con vitola de favorito va saltando vallas mal que bien, medio trompicándose, pero las salta y ya está en zona de medallas, basta ganar uno de los dos partidos que restan para obtener una. No está siendo el equipo que esperábamos, se echan en falta brío y colmillo. Hay suplentes que pueden ofrecer eso, bien se está viendo. Veo a De la Fuente demasiado obcecado en su primera idea y quizá sea el momento de agitar el cotarro. Al menos, Ceballos podrá estar el martes, parece. Buena noticia.