Cinco puertos que LaVuelta ha convertido en mito cicloturista
La llegada de la ronda española ha hecho que estas subidas sean lugar habitual de visita y destino de viaje para miles de aficionados al ciclismo
Ya lo hemos dicho muchas veces. Que una gran carrera se fije en un lugar concreto puede llegar a ser una auténtica bendición para el sitio elegido. Si encima se trata de un puerto, estamos ante la posibilidad de que se convierta en un lugar de peregrinación para cientos o, por qué no, miles de cicloturistas a lo largo de un año.
Aquí, en nuestro país, la Vuelta a España ha hecho un importante trabajo para dar a conocer algunos tesoros naturales y convertirlos en puertos ‘mainstream’. De hecho, algunos de ellos son ahora sitios muy transitados, referencias turísticas en sus regiones e incluso a nivel nacional, y están en el imaginario colectivo de los aficionados al deporte en general y al ciclismo en particular. Hoy os traigo unos cuantos puertos que son lo que son gracias a que un día la ronda española se fijó en ellos… y la Vuelta también es lo que es gracias a que estos puertos demostraron tener la entidad suficiente para mostrar un espectáculo digno al máximo nivel.
1. Lagos de Covadonga. Asturias. 13,9 kms al 7%. Es, probablemente, el ejemplo más clásico y el puerto insignia de la Vuelta a España. Y, también, el que cambiaría la carrera para siempre. Un coloso cuando se incluyó por primera vez, allá por 1983. Casi 1.000 metros de desnivel, un tramo como ‘La Huesera’ con rampas sostenidas superiores al 10%. Hoy no impresiona, vistos los desniveles en los que se han metido los corredores. Entonces era un puertaco. Y, encima, con TVE retransmitiendo en directo por primera vez.
En aquel 1983 ganó Marino Lejarreta. Desde entonces se ha subido en 21 ocasiones, y en alguna de ellas el puerto ha decidido la carrera. En otras han ganado fugas intranscendentes, también hay que decirlo. Pero, en cualquier caso, inscribir el nombre en los Lagos es un elemento de prestigio de primer orden para cualquier ciclista que se precie. Y, cómo no, el puerto tiene una marcha cicloturista con su nombre.
2. El Angliru. Asturias. 12,4 kms al 10,2%. Casi podríamos decir que son los ‘Lagos 2.0’. Corría el año 1999 y La Vuelta necesitaba un revulsivo. El año anterior se había vivido aquella pelea entre Olano y ‘Chava’ Jiménez, en el mismo equipo, con victoria final del vasco. Era la hora del cambio y, probablemente, el embrión del tipo de Vuelta a España que conocemos hoy. Un puerto que se vendió como el más duro del mundo, con la prensa comparándolo -y haciéndolo vencedor- al terrible Mortirolo del Giro.
Especialmente terrible aquella ‘Cueña les Cabres’, 700 metros al 23,7%. Encima, un día típicamente asturiano con lluvia y niebla, y un final soñado con el ‘Chava’ quitándole la victoria a Tonkov entre la bruma y sobre la línea de meta. Por supuesto, la fiebre por el Angliru se disparó. Tanto, que volvió al año siguiente, y también en 2002. Lleva un total de ocho ascensiones. Y, por supuesto, cicloturista que va a Asturias, cicloturista que lo prueba.
3. Navacerrada / Bola del Mundo. 13,9 kms al 5%. Si bien ha quedado un tanto ‘demodé’, la cima que hace de frontera natural entre la Comunidad de Madrid y la provincia de Segovia es una de las grandes subidas clásicas de la Vuelta en sus últimos días, antes de acabar en la capital. Se pasó por primera vez ya en los años 40, y desde entonces se ha pasado casi medio centenar de veces. De hecho, entre los 80 y los 90 se pasó 12 años seguidos. Para el cicloturismo, además de la Vuelta, hay que poner en valor la labor que ha hecho la marcha La Perico, que la pasa todos los años.
Menos éxito parece haber tenido, por ahora, la variante de final en alto de la Bola del Mundo, que sólo se ha subido en un par de ocasiones, en 2010 y 2012. En cualquier caso, una buena ruta por el Sistema Central tiene que incluir Navacerrada sí o sí.
4. La Camperona. León. 9,8 kms al 6,6%. Personalmente es uno de los puertos que menos me gustan, lo tengo que admitir. He tenido la ocasión de ir con la Vuelta a España y juro que de la zona me gusta absolutamente todo menos la subida. El Valle de Sabero es una verdadera maravilla, y de verdad que me invade cierta tristeza cuando veo la despoblación de toda aquella zona antiguamente minera. Pero al César lo que es del César. La llegada de La Vuelta ha supuesto un revulsivo en cuanto a imagen y promoción para la zona.
La subida tiene dos mitades. Una primera de falso llano y los tres kilómetros finales con unas rampas brutales de hasta el 24%, que entraban en la línea de lo que ha buscado LaVuelta en los últimos años. Se estrenó en 2014 y, desde entonces, ha formado parte varias veces de la ronda española y también de la Vuelta a Castilla y León.
5. Los Machucos. Cantabria, 8,8kms al 7,7%. Quizás estemos ante el caso más reciente de promoción a través del ciclismo. Hasta 2017, Los Machucos, también conocido como Colláu Espina, era un lugar recóndito de la Cantabria profunda, en cuya cima había una escultura de vaca pasiega enorme pero poco más. Bustablado y San Roque de Riomiera, dos municipios que juntos apenas suman 800 habitantes, eran prácticamente desconocidos fuera del ámbito más cercano.
Pero en aquel 2017, la Vuelta decidió fijarse en esta montaña. Su firme que mezclaba asfalto con hormigón rayado, unas rampas de hasta el 28% y aquel vídeo promocional con Miguel Ángel Revilla subido a una bicicleta esperando a Perico y Escartín en la cima hicieron el resto. Encima, la etapa fue un espectáculo con Alberto Contador lanzado al ataque, Froome sufriendo y Stefan Denifl aguantando el tipo desde la escapada. En 2019, cuando la carrera volvió a este puerto, en Bustablado ya admitían que las visitas se habían disparado desde la edición anterior.
Hay muchos, muchísimos más. La lista se puede hacer interminable, pero probablemente estos son los ejemplos más claros. Una muestra inequívoca de como un gran evento ciclista puede ser palanca de transmisión para el desarrollo del cicloturismo en una zona concreta.