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Pedri es un cuadro

A veces me quedo mirando a Pedri como si fuera un cuadro que no termino de entender. Por momentos siento que estoy ante una pieza única y al mismo tiempo trato de comprender qué me quiere contar o dónde reside su éxito. Después, cuando me fijo de verdad, empiezo a percibir colores y matices que antes no había apreciado. Y luego llega un momento en el que tal vez empiece a ver ya demasiadas cosas. O incluso a imaginarlas (¿esa mancha no es un oso tocando una trompeta?, ¿ese pase ha sido a propósito?)

Pienso que Pedri, en realidad, se trata de un experimento. Que alguien avispado detectó que el talento escaseaba en esta última hornada de futbolistas, sobre todo tras la generación dorada, y se inventó a Pedri. Porque parece una amalgama de esos jugadores de la selección que todos conocemos. Como si alguien hubiera seguido una receta, paso a paso, para hacer pan. Coges un poco de la conducción de Valerón, amasas la visión de juego de Iniesta, estiras la timidez de Navas, añades dos cucharadas del aplomo en el pase de Busquets, un puñadito del juego entre líneas de Silva, una pizca de la intuición de Raúl, un toque de ese giro al recibir de Xavi y un poco de entendimiento con Messi para dar esponjosidad. Luego lo metes en el transformador aquel de Steve Urkel del que salía su versión mejorada, Stephan. Y, tachán, Pedri. Con esa pinta de estar a medio cocer todavía. Pero, de algún modo, funciona.

A Pedri uno no sabe bien qué darle al acabar cada partido de esta Eurocopa: si el bocadillo de la merienda o si el peso de una selección histórica sobre su espaldas. Se le ve tan tranquilo por momentos que asusta. Todavía juega con esa insolencia y naturalidad del que no tiene mayor aspiración en la vida que divertirse. Como el primer Ricky Rubio, el Cesc Fábregas de los Invencibles o esos actores revelación en los que la espontaneidad y el instinto están por encima del método.

Ahora por lo visto también quiere ir a los JJ. OO. de Tokio. A este paso se presenta también a las pruebas de tiro con arco y ping-pong. Ha ido quemando etapas a tal velocidad, pasando como un meteorito de la Sub-17 a la Sub-21 y de la absoluta a la olímpica, que no me extrañaría que a final de verano terminase jugando el torneo de veteranos de fútbol-playa con Setién y Salinas.

Lo mejor que se puede decir de Pedri es que parece que lleves toda la vida viéndole jugar al mismo tiempo que tienes la sensación de estar ante un jugador distinto, único, no epigonal. Tal y como ocurre con los mejores cuadros.