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Italia: el oficio de siempre y un nuevo entusiasmo

Un equipo con la moral por las nubes. Italia no pierde un partido desde septiembre de 2018: lleva 32 encuentros consecutivos sin conocer la derrota. La estadística es aún más impresionante si se bucea en ella: en esa serie, sólo ha habido cinco empates, y, hasta que encajó el tanto frente a Austria en la prórroga de los octavos de final, había dejado once veces seguidas su portería a cero. El grado de confianza de la escuadra de Roberto Mancini es insuperable: se percibe en los abrazos, en los festejos, en la energía y el entusiasmo con el que cantan el himno, en la euforia con la que celebran incluso los despejes y las acciones defensivas… Es, pues, un equipo que no duda, que está muy convencido de sus posibilidades y que ejecuta su plan de juego con firmeza y determinación.

Un 4-3-3 algo asimétrico. Aunque en fase defensiva el dibujo es perfectamente regular, con dos extremos, dos interiores, un pivote y una línea de cuatro bien dibujada, Roberto Mancini ha logrado automatizar una serie de mecanismos en el inicio de las jugadas con balón que esconde una mayor sofisticación. La salida de pelota la realiza con tres hombres: los dos centrales y el lateral derecho, que se queda atrás. En cambio, el lateral izquierdo, antes Spinazzola y ahora Emerson Palmieri, gana mucha altura y se ubica en una posición equivalente a la del extremo derecho, ya sea Chiesa o Berardi. El extremo izquierdo, Insigne, se sitúa en una zona más interior, dándole todo el carril al lateral. De esta manera, el cuadro azzurro plantea al oponente dos amenazas exteriores muy abiertas y al mismo tiempo suma un cuarto hombre en la zona central, consiguiendo una superioridad numérica que le permite sorprender con las llegadas de segunda línea -como en el tanto que anotó Nicolò Barella ante Bélgica-.

La pelea por el balón. Esta Italia quiere ser protagonista. Es agresiva en la presión y junta en el medio a Jorginho y a Verratti, dos futbolistas que se asocian y que son capaces de organizar el juego en ataque estático. Quizá contra España tengan menos posesión que de costumbre, pero lo que sí que parece evidente es que van a luchar por la pelota.

Insigne celebra un gol con Italia.
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Insigne celebra un gol con Italia.ANDREAS GEBERTAFP

La gestión del resultado. Bonucci y Chiellini son, además de los centrales titulares que ofrecen una gran capacidad para defender el área, los veteranos que aportan la experiencia y que contagian al resto para competir también en todo aquello que no tiene que ver estrictamente con el juego. Contra Bélgica, Italia logró que en el tramo final prácticamente no se jugara, y en especial paró mucho el partido en los últimos minutos y en el descuento. Para España va a ser fundamental no desesperarse si empieza perdiendo: tiene que dar por descontado que la azzurra jugará sus cartas.

Un nueve no tan pletórico. Ciro Immobile marcó en los dos primeros partidos del torneo, pero existe la sensación de que no logra reproducir con la selección italiana su nivel de acierto mostrado en la Lazio a lo largo de los últimos cursos. Por lo que el equipo ha generado para él, su cifra en la Eurocopa podría ser mucho más alta. La alternativa sería Belotti, que tampoco acaba de convencer a Mancini.

Donnarumma ya ha llegado. El joven portero italiano vive a sus 22 años su primera fase final de una gran cita. No le está pesando la responsabilidad de tener que sustituir a Buffon. Contra Bélgica sacó dos manos prodigiosas que fueron fundamentales para pasar a semifinales. Su agilidad y sus reflejos llaman la atención desde que era un adolescente, pero ahora ya le ha sumado oficio y seguridad a su repertorio.