Hamilton quiere más
Me ha sorprendido la renovación de Lewis Hamilton por Mercedes, debo reconocerlo. No tanto que se produzca, que era más previsible, sino la duración del contrato y la rapidez con la que, en esta ocasión, se ha producido el acuerdo entre las partes, nada que ver con el anterior. Toto Wolff, el que más manda en el equipo, ya advirtió de que este año no quería demoras como el pasado, pero personalmente pensaba que el británico impondría sus tiempos al margen del deseo de su jefe. No ha sido así, hay apretón de manos antes del receso veraniego de la Fórmula 1 y, especialmente inesperado para mí, con una duración de dos temporadas. Hamilton quiere más, batir el récord de siete títulos de Michael Schumacher e intentar subir otro peldaño buscando llegar, quién sabe, a nueve o incluso diez.
Es evidente que cada vez le resultará más complicado, el tiempo no pasa en balde ni siquiera para los grandísimos campeones y, además, los jóvenes aprietan. Solo hay que fijarse en ese fenómeno llamado Verstappen. Por eso considero encomiable la decisión de Hamilton, se compromete a largo plazo con el proyecto de Mercedes (dos años en la F1 es mucho tiempo, sobre todo en sus circunstancias) y asume el desafío de mantenerse en la cresta de la ola. Yo le veía pronto fuera de los grandes premios, su discurso permanente sobre otras ambiciones fuera de las carreras me parecía de la suficiente solvencia como para llegar a creerme que todo este mundo de la farándula empezaba a hastiarle en buena medida. Todo lo contrario. Y es una buena noticia su continuidad, será muy interesante comprobar cómo se defiende frente a nuevos rivales y con unos monoplazas tan diferentes a partir de 2022.