El desconcertante Djokovic
Novak Djokovic debutó este lunes en Wimbledon con uno de esos partidos desconcertantes que tanto le caracterizan. El serbio cedió el primer set, por 4-6, ante un rival de 19 años y 253º del mundo, Jack Draper. Luego neutralizó la desventaja con el rodillo: 6-1, 6-2 y 6-2. El último juego lo resolvió con tres saques directos en 46 segundos. Así es él. No hay que fiarse nunca de estas pifias de Nole, son travesías ocasionales por el desierto, ausencias temporales, aunque a veces parezca que lo hace adrede. Djokovic ha ganado este año los dos Grand Slams celebrados y en ambos estuvo contra las cuerdas ante rivales inferiores. En Australia, Taylor Fritz le llevó al quinto set en tercera ronda, con problemas físicos que pusieron en duda su futuro en el torneo. En Roland Garros tuvo que remontar dos sets a Lorenzo Musetti, igual que le pasó en la final ante Stefanos Tsitsipas. El griego, por cierto, sucumbió en su estreno en All England, en la gran sorpresa de la primera jornada. Era el candidato más fuerte en la parte del cuadro donde transita el número uno mundial. Un aclarado en el camino.
Djokovic tiene estas cosas, que resuelve por experiencia, por calidad y, sobre todo, por voracidad. Nunca se cansa de ganar. A Wimbledon llega con el desafío de sumar su 20º grande y empatar a Rafa Nadal y Roger Federer en la cúspide. Con el español fuera del torneo por voluntad propia, y con el suizo casi fuera del tenis salvo que cambie mucho su rendimiento, el reto es accesible para Novak, que ya mira un poco más lejos, a completar el Grand Slam en un mismo año, o incluso a añadir el oro olímpico, eso que llaman el Golden Slam. Su destino es tan galáctico, que no va a permitir que se lo trunque ningún Draper. El serbio ha ganado las dos últimas ediciones en la hierba mítica, en 2018 y 2019, esta después de salvar dos bolas de campeonato con Federer al servicio. Lo dicho: así es él.