Elogio a la Bélgica de todos

No sabemos qué será de Bélgica, pero sí lo que es. Su transición de selección media-baja a candidata a todo remite a sus dos almas, las que la permiten competir de formas distintas, las que ponen de acuerdo a flamencos y valones. Lo que ha hecho a Bélgica lo que es no es otra cosa que el mestizaje y la raíz inmigrante de jugadores como Witsel, Tielemans o Lukaku. Si Thorgan Hazard, ya hermano mayor, se erigió en el héroe ante Portugal, lo fue por Lukaku. Hizo sacar la cabeza a Bélgica con su desmarque y dejada en un envío de Vertonghen. Es el símbolo de la diversidad belga.

Portugal ya abrazó esta lógica, pionera del fútbol mestizo a través del cual construyó su crecimiento. Recuerden al olvidado Eder sin ir más lejos. Lo que sucede es que últimamente, desde la atalaya del éxito, ha apostado por una especie de vieja italianización. Ha ganado muchas veces sin saber cómo. Contra Bélgica fue al revés. El fútbol le quitó lo que mereció. También negó al apetito histórico de Cristiano. Sus haters irán ahora a por él y agacharán la cabeza cuando vuelva, sin reparar que no volverá porque nunca se fue.