Filias y Fobias

Es tradición que en cualquier torneo, y más si es en uno grande como un Mundial o la Eurocopa, tengas más de un equipo o selección preferidos. Y encima esta vez con la poca ilusión que me provocaba la selección española me tomé en serio lo de repartir mis ilusiones por si acaso me quedaba huérfana ya en octavos. Porque Francia, la gran favorita, no está precisamente en mis oraciones, nunca lo ha estado y ya no tengo edad ni ganas para cambiar estas cosas. Y tan divertido es tener filias como fobias cuando se trata de fútbol. Todo este rollo, en fin, viene a cuento para justificar que este sábado iba a muerte con Dinamarca e Italia.

Dinamarca comenzó con el enorme susto de Eriksen y con la UEFA -que se está luciendo- demostrando que tiene la misma sensibilidad que un cenicero: ninguna. Perdió el primer partido contra Finlandia en shock, se sobrepuso y le dio guerra a Bélgica en el segundo y se clasificó para octavos goleando a Rusia en el último. Además, no solo arropó y protegió a su compañero y tuvo el mérito de superar el impacto emocional, sino que además me ha divertido su juego vertical y vertiginoso en ocasiones con Maehle como agitador. Ante una Gales que aguantó 15 minutos hasta que a Bale le dio por arreglarse el moño porque no está para estos trotes de cuatro partidos en dos semanas, Dinamarca se lució. Primer objetivo logrado. Me faltaba Italia, la selección que junto a Bélgica y Países Bajos ha ganado sus tres encuentros y la que mejor fútbol en general había mostrado… hasta que llegó Austria.

En dos minutos (qué rápidos los del VAR comparados con los de LaLiga) pasé de maldecir el gol de Arnautovic -que si la UEFA se ocupara de sancionar insultos xenófobos en lugar de censurar arcoíris no podría haber jugado- a aplaudir que lo anularan. Descartada la ilusión por el buen juego, me quedaba el empeño por la emoción en la prórroga. Chiesa y Pessina acabaron con el sufrimiento. Segundo objetivo logrado... Y todavía me queda España mañana.