Eriksen congeló la tarde del sábado
Mikkel Nord es un periodista del portal web danés Bold.dk. Ayer era una de las 16.000 personas que estaba en el Parken de Copenhague. Seguramente, la única que yo conocía allí. Ver por televisión a los jugadores de Dinamarca rodeando a Christian Eriksen después de caer desplomado fue de un impacto profundo, así que asistir en directo debió grabar imágenes para toda la vida. Quise preguntarle a Mikkel vía Whatsapp y me lo contó así: "Asustaba ver a 16.000 personas sin moverse ni hacer un solo ruido mientras era atendido. He estado en shock, como toda la gente que estaba aquí. Sin embargo, las buenas noticias han empezado a cambiar el humor de la gente y, de pronto, los aficionados de Finlandia han empezado a gritar: ¡Christian! Y los de Dinamarca les contestaban: ¡Eriksen!". Entendí que el drama, en el fondo, había terminado en una celebración de la vida.
Así que el partido se reanudó a las 20:30 horas. Las partes se apresuraron a argumentar que los jugadores habían dado el visto bueno a la continuación, animados por la petición del propio Eriksen. Se hace difícil, sin embargo, pensar que estaban en perfectas condiciones mentales para jugar. Tan difícil que muy lejos de Copenhague, en San Petersburgo, Roberto Martínez admitió que la preparación del debut de Bélgica contra Rusia no había sido la mejor. La UEFA, es su obligación, dice que el fútbol es de los fans. Y puede ser. Pero antes, es un negocio. El Dinamarca-Finlandia, ironías del destino, tuvo un penalti favorable a los locales. Los suele tirar Eriksen, y lo falló Hojberg. Ganó Finlandia con un gol de Joel Pohjanpalo, jugador de hockey hielo de crío y luchador que ha peleado contra lesiones gravísimas, la última en un tobillo. Hizo el primer gol de su país en una Eurocopa.
El día había empezado con un empate algo frío entre Suiza y Gales, con Bale jugando a su aire como casi toda su vida y con Embolo como jugador destacado del partido. Su gol, sin embargo, lo neutralizó Moore. Ver a un equipo de las islas sacando un córner en corto parece una herejía, pero es la mejor demostración de que hay que creerse a los entrenadores. Luego vimos a Mateu, árbitro de moda, dirigir la primera victoria de la Bélgica de Lukaku, porque De Bruyne y Hazard, los otros miembros del tridente del demonio, aún no están a tope. El viernes, mientras, había dejado una Bella Italia, con el fino Berardi, el diminuto Insigne y el matador Immobile desmontando a Turquía. Ojo a la Italia de Mancini. Y fuerza infinita a Eriksen.