NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Misión imposible.- Al final, cuando no dependes de ti mismo, lo normal es que la moneda no caiga de cara. Así le ha pasado al Madrid históricamente. Siendo segundos nunca nos tocó una carambola que nos diese el título. En realidad, todo se perdió en la noche amarga con el Sevilla y la dichosa mano espaldera y rebotada de Militao. Ese (no) penalti cambió el curso de una Liga que pudo tener el mismo desenlace del año pasado, con Zidane entronizado por su capacidad para sacar el jugo de esta plantilla que pide a gritos resetearse con caras nuevas, hambre y juventud. Pero ojo, los que sobran no son los llamados veteranos. Aquí hay dos intocables como Modric (35 años) y Benzema (33), que claramente son las estrellas del equipo. Por eso no es cuestión de mirar el DNI, sino el compromiso y la actitud de los jugadores que están dispuestos a reinventarse para acercarse de nuevo a aquel equipo imperial que conquistó cuatro Champions en cinco años. Ha llegado la hora de dar salida a Varane, Marcelo o Isco. Tres fijos en aquellos días de vino y rosas en Europa, pero que ahora asumen como pueden su declive. Incluyo al central francés, que en este último episodio fue titular por una decisión muy discutible de Zidane (supuso un mazazo ver a Nacho suplente). Pero en esa mini-revolución que no me toquen a Luka (Modric), Lucas (Vázquez), Toni (Kroos) y Karim (Benzema). Siguen siendo indispensables para fabricar un equipo competitivo. Falta saber qué pasará con Sergio. Yo soy ramista y quiero que siga el capitán, pero si decide irse dejará un hueco en la jerarquía del vestuario que no será fácil de ocupar. Ni Modric ni Benzema tienen el fuerte carácter del camero. Ojalá se arregle el conflicto y Ramos se quede. No puede irse, después de 16 años acumulando tantos títulos y grandeza, con un curso en el que no hemos podido llevarnos nada a la boca. Orgullo, sí. Algo es algo.

El Carrusel.- La tarde tuvo las emociones inevitables de una última jornada en la que por arriba y por abajo estaba todo en juego. Rescatar los sonidos del Carrusel resultó una delicia. Por eso, cuando marcó Óscar Plano en Pucela (canterano del Madrid tenía que ser) me sacudió una ráfaga de optimismo imaginando un gol rápido del Madrid para poner a los colchoneros contra las cuerdas. Agua. En el primer tiempo el equipo de Zidane jugó sin fe, como convencido de que la suerte estaba echada. Y más tras el gol de Yeremi Pino, un prodigio de técnica y de calidad del joven jugador amarillo. Me dio rabia que los nuestros no aprovechasen en ese instante el factor emocional. En el segundo tiempo sí cambiaron el chip y Benzema metió un golazo de cabeza que ponía al Atleti contra las cuerdas. Pero el VAR, el enemigo número 12 del Madrid esta temporada, volvió a encontrar un fuera de juego por el pelo de una gamba, que yo no encontré en la cutre repetición que nos ofrecieron. Ya pasó con Mariano, Odriozola... Una guerra perdida.

El futuro.- Ahora toca irse a descansar y meter caña en los despachos para que venga Mbappé y algún crack más. El equipo necesita dos o tres revulsivos de alto standing. Pero primero es necesario que Zidane diga lo que va a hacer. Todo apunta a que dejará libre ese banquillo electrificado en el que el francés ha sobrevivido con mucha dignidad y, aunque no haya habido títulos, con resultados aceptables. Fracaso es no competir hasta el final y dejarse llevar cuando van mal dadas. Es un equipo que ha sufrido una colección infinita de lesiones y que se ha visto perjudicado a menudo por las decisiones arbitrales, y aun así ha estado a 90 minutos de meterse en la final de la Champions y a un gol de conquistar otra Liga. Esos golazos postreros de Benzema y Modric definen a este equipo. Siempre levantándose tras cada golpe. El Madrid de Zidane.